lunes, 17 de noviembre de 2014

Poemas de Raúl Mejía





Poemas de Raúl Mejía


ETOPEYAS Y DESCRIPCIONES VARIAS…

I

Si dijera que estoy
“en mitad del camino de la vida”
Tendría que aceptar la inmediatez del infierno
Y sus renovados, aumentados y sofisticados círculos.
Al ver, de nuevo, los escalones de la universidad
Los mismos que durante años memorizaron
Mis pupilas, mi autismo y soledad
Asumí que, incluso para ser fantasma, he sido mediocre:
-algo ha debido ocurrir,
Un colapso de nervios, una aurora,
Pero el asalto nostálgico se redujo a unos pocos pasos,
El mirador y el vacío entre sujetos y mi sombra.
El país avanza como insidiosa metástasis
Los poetas se asumen como dioses
Y de lo creado sólo dejan gases inertes;
Los docentes ruñen la carroña de frases
Una vez el político iza su bandera pirata:
Alianzas del lenguaje y del poder
Sepultándonos en la masa
En la lodosa vanidad de los rebaños.

No quise estos caminos
Ni  frases ni corazas para sobrevivir…
Defenestrados de las utopías
Los cercanos esconden cenizas
Y las lanzan entre pesadillas y quejas.
La lluvia persiste
Las nubes destilan añejos rocíos
Y mi perro, mi perro me mira desde su altura de ángel.
Ignoro como tantos aceptan que su imagen
Sea vista, manoseada, insultada segundo a segundo:
Anónimos como carbón sepultado
Urgen luz, espejos o al menos catafalcos vistosos.
Él escribe, ella publica y las palabras
Se deshacen, se contaminan…
Fuera mejor dejarse crecer el cabello y ver poco,
Explotar, irse ebrio de silencio
Hacia las estrellas, su vastitud retando creencias, límites
O que mi perro de fino pelaje
Duerma mi desasosiego en su cálida eternidad.

Las palomas siguen con hambre,
El olor a comida asciende piso a piso esta atestada torre
Y avanza hacia la realidad mi vida
Cual impertinente cotidiano preconizando frutas y fastidio…

7-X-2014

II

No siempre veo a la misma persona.
A veces es ella, es él o soy yo.
Desde arriba sé que no sabe de mis deseos
-yo nada de los suyos-
Y el árbol donde se protege
Nos ignora, serenamente…
Sale esa persona repitiendo pasos,
Dejando que los ojos asuman toda pertenencia;
La veo evitar sujetos, mínimas lagunas
Y obligarse a la rutina
A lo incesante que destroza el tiempo.
Desconoce lo que arrojo
Con rabia desde mi angustia,
Las mímicas del miedo
La muerte de versos
Y la sensación de habitar a medias
El espacio y su densidad de tumbas incompletas.
(Han vuelto las camorristas tórtolas:
Ojos nerviosos, aleteos,
Plumas que no seducen).
Debo ser yo quien mira excesivamente a las gramas,
Observa la horadación de brumas,
Quien escucha despiadadamente
Los ruidos del día
Los sonidos mezclándose
Con la indiferencia
Y la ausencia…
¡Hace tanto que la nostalgia
Nos susurraba –uno a uno-
Las placenteras hazañas del pasado!
Pero ahora, ella, él o yo
Habitamos la fragilidad de los instantes,
El silencioso declive de los años…

9-X-2014

III

Es una fría mañana más.
Camino y otros mueren,
Avanzo y las palabras, desnudas,
Son arrojadas del paraíso.
Dos damas, sentadas,
Ofrecen la versión de su Biblia
Del infierno
De la eternidad.
Buscan almas sin importar el tamaño;
Les solicito: léanme “El Cantar de los Cantares”
El poema que,
Parafraseando al Maestro,
Antes de Neruda y las poetisas,
Agotó todo sobre el amor y el erotismo.
Dicen “no tenerlo, no conocerlo”,
La Biblia que han memorizado castró esos versos,
Esa sensualidad imitada por tantos y siglos:
A cambio,
Quieren convencerme de versículos
Lejanos en la moral y la perversión.
Me retiro, empieza a llover…
Rodeo la malla de una longeva universidad.
Rapto varias grosellas
Deseo a la chica que pasea su bello trasero
Y a un acucioso perro
Y me pregunto
Si esta humedad que me cubre
               -gota a gota-
Acarreará consecuencias.
Vaya fría mañana,
Octubre y sus nubes penitenciales,
El terror de la madre cubriendo al bebé,
El distante,
El cercano,
Pasan cabizbajos ante el hielo del tiempo.

¿Qué Jesús conocerán esas señoras?
La acidez de las grosellas
Elimina el melifluo misticismo
Y me centra en los pasos,
En la rutina
Y en mi terca obsesión
           -voyerista-
De observar las fascinantes orgías
De las palabras…

25-X-2014
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RULFO SUEÑA A LUVINA

Viví toda la noche
La presencia del  viento
Frío y cenizas
Lo conducían hacia las sombras
Intenté descifrar los susurros
De mujeres ebrias de tristeza
Algo cantaban:
El recuerdo lejano de besos
Y de palabras…

Me perdí en extrañas calles
Hallé lo que el miedo evita
Pregunté lo que sabía al vacío
Erré entre escombros y miserias

-“¿Estás muerto?” –Decían
No lo sé, la levedad me pesa.
-“¿Recuerdas tus días en el infierno?”
Si, las cicatrices hieden aún.
-“¿Habitas el azul de los ausentes?”
Quizás, el cielo difumina su bilis.
“¿Son tus hijos los que gimen?”

Desperté y supe otros nombres;
Regresé –paso a paso-
Con las bestias del arriero,
La desolación de las ruinas
Y una madre multiplicándose
En brazos y calor.

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LUVINA:

La soledad y el viento
Edificaron tu lenta culpa
Tu interminable abandono…
Tuve que embriagarme
Para recuperarme y respirar.

(Dientes viejos rumiando risas
Espectros danzando olvidadas preces
El silencio agudizando las entrañas
Y la muerte, la muerte
Oscuridad que disipa toda imagen)

...
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CÉSAR VALLEJO Y LA LLUVIA

Llueve sobre París,
Llueve sobre Perú…
Estoy, siempre, en ambos lugares;
Vivo, escribo,
Evoco a mis padres, hermanos y amadas
Y sé que partiré sin ellos, sin mí
En esta ciudad de exiliados.

La lluvia no se detiene.
Se desliza, oculta tropiezos de piedras,
Piel de fantasmas, abrazos heridos.
Me siento como el próximo mártir:
Cobarde y desafortunado
Ante el sacrificio.
Te amo lluvia
Pero en este instante lastimas,
Disfrazas de rocío al evasivo sosiego
Que se diluye entre las sombras.

Hasta ti, lluvia, acude la guerra
-Siempre habrá guerra-.
Amamos morir
Atrapados en nuestra hipócrita fraternidad,
Ante mutilaciones y el cadáver que no fallece.
Retórica de una especie
Sedienta de apocalipsis siniestros.
Llueve sobre las batallas,
Llueve sobre París…

Incluso cesan los ruidos habituales:
Sólo la lenta despedida de las gotas
Su gravedad humedeciendo pestañas.
Cesan los latidos
Cesan las palabras
Y, poco a poco,
El poema se transforma:
“Me moriré en París con aguacero,
Un día del cual ya tengo el recuerdo”.

26-9-2014

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GATSBY CONTEMPLANDO NUBES…

Tal vez otras nubes estarán presentes.
Las que veo, las que descifro,
Hieren el azul del profundo estío.
Alguien más podrá sonreírte
Cuando lo ocasional sea lejana fama:
Él o ella, a solas,
Agregará pecaminosos detalles, susurros con calma.

Se mecen los pinos,
La melancolía del Jazz se unge de tristeza
Y  no hay tiempo para atrapar fantasmas.
Ascienden los primeros autos
Ellos y la luna danzan
Lo que el aire interpreta de antigüos pentagramas.
-Tu alcoba se humedece de penumbras,
Y sé que en tus labios, ahora,
La sangre es un ángel ebrio de palabras.

No somos aquellos chicos rozando gramas,
El tiempo hizo su jugada:
Creciste en belleza y en suspiros,
Yo hui hacia la fantasía
Y me reclama, día a día, la feroz nostalgia.
El silencio anuncia su cansancio,
Pronto, otra fiesta, hará su gala.

Has abierto las cortinas,
El humo de los cigarrillos
Dibuja fugaces hadas…
Tú no vienes,
Yo no regreso:
El amor se disfraza de nube
Que siempre y nunca pasa.


 Agosto 11/14

domingo, 9 de noviembre de 2014

Todos ellos de Félix Ángel / Víctor Bustamante


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Todos ellos de Félix Ángel

Víctor Bustamante

Hace unos años existía el rumor, luego leyenda, en Medellín sobre un libro recogido casi en su totalidad por el padre de su autor. Se trataba de Te quiero mucho poquito nada de Félix Ángel, donde se narra la vida pasión y eros de un adolescente que vive y disfruta el inicio sexual en el centro de la ciudad, con la cual fustiga el dogmatismo conventual en esa materia. Pero lo que también me llamó la atención del libro fue algo inusitado para la literatura que en ese momento se escribía en Medellín: la ciudad es descrita de una manera como debe ser: con sus nombres, con su tenacidad, con la perplejidad del transeúnte, porque así es la única forma de disfrutarla presente y perennemente. Allí es notoria una ciudad que palpita, una ciudad que es nombrada, junto a la visceralidad de su narrador al establecer sus puntos de vista particularmente en una Medellín que no admitía otros puntos de vista; confesional de un lado; y de otro, la elitización que considera al artista verdadero una suerte de outsider, mejor un marginal. En este sentido Ángel, todo un demonio, fue más allá, se refirió a sus gustos eróticos hasta caminar absorto hasta su casa luego de su primera experiencia furtiva con algún amigo. Ese es mi recuerdo de su lectura, para así confirmar esa leyenda abstrusa de que su edición había sido casi recogida en su totalidad. Pero en la Piloto aún se encontraban algunos ejemplares para la posible lectura. 

Cierto, en Medellín ciertas experiencias exigen ser contadas en baja voz, ya que cuando se escribe sobre determinados temas aparece la condena disfrazada de silencio, inclusive por sus cercanos. La moralidad de aldea, aun campea en la Medellín de todo los despojos.

De Ángel sabía que era pintor, y ahora, ya lejos de Medellín, en Nueva york, veía sus pinturas en los diarios con su trazo peculiar: caballos y polistas. Paisaje inusitado en la Medellín de los sagrados retornos, publicitando a Botero con sus paisajes pueblerinos y con sus personajes con rostros rosados y cachetes encarnados como santos de iglesia, pero también las exageraciones de Arenas Betancur. Nunca supe la razón por la cual Félix, ahora feliz en Washington, se había marchado de Medellín. Y que a su tío, el escritor Félix Ángel Vallejo, lo veía en las mañanas serio y circunspecto, muy elegante de saco y corbata en el Astor apurando un tinto.

Siempre me ha llamado la atención la marcha de algunos artistas de Medellín hacia el exterior. Podría ser la búsqueda de experiencias nuevas o de buscar cierto reconocimiento para regresar, como lo diría alguna vez el infatuado Moreno Durán, la modernidad está allí, como dando a entender que es necesario buscar reconocimiento y valoración en otros países. Por fortuna es solo un sentir porque siempre he creído que uno escribe desde un punto de vista personal sobre algo sagrado: su paisaje humano. Paralelo a la marcha de Félix Ángel también se dio el viaje de Fernando Vallejo a México. Él iba tras los pasos de Barba Jacob y a recordar con cierta venganza a Medellín. Por ahora recobro el conocido poema de Cavafis, toda una actitud, ya que por mucho que se viaje siempre uno está hundido en la misma ciudad. Por mucho que se viaje, que se huya, la ciudad está presente y te define.

Pero ahora voy a referirme a esa doble faceta artística de Félix Ángel: la pintura y la escritura. Su presencia ha sido más fuerte en el campo de la plástica donde es posible notar la cantidad de exposiciones. Su reconocimiento  descansa allí, pero recordemos que él además es poeta. Sí, hace unos años fue publicado en Medellín Todos ellos, un texto que permanecía guardado hacía bastante tiempo, antes de su partida, y al cual me referiré más tarde porque ahora, me pregunto la razón por la cual un artista se mueve en esas dos aguas creativas como si una no le bastara para expresarse, como si las necesitara a ambas, para complementarse, lo cual es viable en el caso de un pintor como Ángel, que escribió el libro más contundente sobre el tema gay en Medellín, incluso sobre los de Fernando Vallejo, todo un dandy, amante de perros y de titulares de prensa.

El caso de escritores, y al mismo tiempo, pintores o viceversa, es clásico. Blake nos sorprende con su actitud, así escriba de la mano de su mujer mientras ella duerme y así mismo le dice que puede conseguirse un amante mientras él merodea muy ocupado en sus cielos e infiernos, mitificándolos, pero también escribe ese poema memorable El Tigre. No olvidemos a Sábato con su escepticismo por el hombre y a sus cuadros, expresando esa distorsión de una vida oscura como si permaneciera en ese fragmento, “Informe de ciegos”, donde los escritores pintados fueran una luz en medio de esas tinieblas actuales y perennes. De Rojas Erazo, no leí la farragosa Celia se pudre pero sí conozco sus pinturas con colorido vigoroso que recuerdan algún muralista mexicano. 

Esta especulación se da porque es como si un artista necesitara estos dos campos para complementarse, para expresarse, para definir su estrategia creadora. Como si no le bastara en un caso los colores o las palabras, y al volver, y salir de cada uno de estos dos ámbitos fuera necesario que ambos convivieran dentro de él, que luego se deslizará al otro cuando una de sus artes no exprese lo que se quiere decir. Creo que esta pregunta la completaría mejor una persona como Ángel que se mueve en ambos campos, y en ambos campos ha sido certero.

Pero ahora voy a referirme a su libro de poesía, Todos ellos, que a pesar que fue publicado en el 2011 no sabía de su existencia. Precisamente aquí, en este libro, se combinan las dos maneras de expresión de Ángel, escritura y pintura, pero la expresión de esta última ahora son grabados en linóleo y así mismo se conjugan dos posibilidades: los poemas guardados hace muchos años y otra manera de expresión donde existen la dicotomía de su creador.

Los poemas revelan un aspecto inédito de Ángel: las vicisitudes del adolescente, su inconformidad. El texto comienza con un poema, “Azul niño”, reflexionando sobre su ámbito cercano: su casa, donde se pregunta, con una de sus palabras preferidas, historieta, si en realidad ese paisaje personal ha existido ante su propia pregunta, y la indiferencia de los demás. Ya en “Todos ellos”, nos entrega la respuesta: ellos, sí, ellos, su familia, padres y hermanos los ve y lo ven como alguien diferente. Es la extrañeza de quien él mismo rechaza. Lo aprisiona la casa. En “A las nueve”, hora de dormir, escucha al rezo de la madre, la indiferencia de los hermanos pero sobre todo hace un reclamo: “...del amor que siempre fue esquivo”. Así en cada poema el escritor nos entrega ese clima espiritual, tanto personal como el cercano de su familia, su incomprensión como actitud. Hay una canción: Las acacias. Expresión no solo de sus padres sino de un país anestesiado por esa esa música triste que aun despierta en una ciudad donde ya se dan los golpes de mano del nadaísmo, pero a él mismo le gusta esa canción, y ahora nos habla ya del patio: su casa como espacio personal presente de una manera perdurable, la vieja casona en Echeverri. En “Como ese día”, recostado en las baldosas de su casa, piensa en la muerte. En “Mi barrio”, describe el paisaje citadino, la calle, las fachadas desteñidas. Aquí ya hay dejadez y un apartamiento de sus vecinos, y el paisaje nunca fascinante de la construcción de la avasalladora Avenida Oriental que le ha quitado parte del paisaje habitado de la ciudad. En “Domingo”, Ángel indeciso y algo neutro, poco ahonda aquí, describe su espacio citadino previamente en ese día lleno de preguntas como es el dominical y ve demonios en las gradas de la iglesia, va a la fuente, al parque y a ese pasaje peatonal. Y allí en esa calle innombrable, Junín, y el parque define la memoria de sus pasos caminados y perdidos. En “Persiana”, el autor abre las ventanas, ya está de nuevo bajo el abrigo de su casa, donde perdura la pregunta de ese eterno no hacer nada, esa memoria del tiempo que se diluye entre el deseo de verse bien y sus dudas. En “Pasado mañana”, ya anotamos como cada uno de los poemas es una suerte de diario personal donde Ángel, adolescente, se confiesa inconforme y sereno, pero también flemático, con esa inquietud de pensar que lo demás está en otra parte. Así se adelanta al tiempo y al observador furtivo que se dirá, quien vivió en esta casa, cuáles fueron sus dueños, y se lamentará de no poder tener un sombrero, y pausado descansará en sus sueños, lo único que no se tiene, pero ahí están.

En “Mejor allí”, aparece el mar como deseo de huida, pequeña fuga, y así mismo hay una alteración por el tiempo que regresa. Aquí piensa en la muerte, necesita una mano amiga, un aliento, una ayuda. En “Intentos”, hay otro Ángel, aquel que se remedia con esa desazón y sorpresa del caminar, aquel deambular la ciudad. El citadino que como una noria siempre ve los mismos paisajes pero que no sucumbe a ellos sino que debe mirarlos de nuevo bajo la égida de personas diferentes a cada momento.

Cierto. A esas palabras escritas hace tiempo, unos cuarenta años, se contraponen las figuras en negro, más negro que blanco, de los linóleos, donde aparece otro Ángel seguro, que advierte los tipos musculosos como ideal erótico, sin rostros definidos. Dos expresiones separadas por tanto tiempo. Las memorias, escritura del adolescente, que necesita afecto y se replantea el papel de la familia y solo tiene las calles y el encierro de las paredes de la casona, su ámbito. Y luego el contraste de las figuras en linóleo donde el pintor alejado de su ciudad reencuentra su pasión: lo erótico como presencia con esos trazos largos, casi rectos, donde aparecen tipos con cachuchas sin rostro conocido o enseñando sus genitales con tranquilidad. Contraposición en apariencia porque al leer los poemas de Ángel y mirar sus pinturas se complementan. En síntesis Todos ellos, desde la lejana escritura y los actuales grabados, es el mismo rostro de un autor: Félix Ángel.
   

viernes, 7 de noviembre de 2014

Marcha de maestros en Medellín, noviembre 6 del 2014







Marcha de maestros en Medellín, 
noviembre 6 del 2014

Víctor Bustamante

Otra Marcha de Maestros, las dos últimas y, por supuesto, esta ahora desviada por Girardot, bajando por Maturín, siguiendo hacia El Huevo, de ahí hasta clausurarla en San Juan.  ¿Quién fue el de esa idea? ¿Quienes aceptaron ese viraje de rumbo dejando las calles centrales: La Playa y La Oriental lugares de reclamo y escarnio a las malas políticas del gobierno? Esa es la metáfora: que vayamos a protestar y a reclamar por calles vacías, es decir a ocultar el reclamo. Se diría que es para no crear los trancones en las vías atestadas de ruido y de buses y de gente, y es que de eso se trata, de que las personas vean lo que ocurre y escuchen lo que se pactó y no se cumplió, así como las argucias jurídicas y el aplazamiento de las soluciones, y no de ocultarla por callejones. Así no. Las marchas deben ser por las vías centrales como manera de mostrar, de decir, de denunciar no irse casi por los suburbios. Más de la mitad de la marcha perdida porque solo escuchamos a los oradores los maestros y los vecinos de los ventorrillos escasos, los jíbaros trasnochados, los litógrafos ocupados de los edificios de cuatro plantas, casi marginales, ahí en El Huevo. Es la mista actitud adoptada por la prensa y los medios: apenas sacarán un titular sin saber la verdadera causa de los continuos reclamos y denuncias, para ellos esta marcha es algo que pertenece a los suburbios. De ahí que protestar por esas calles antes mencionadas no deja de ser un error, necesitamos que nos escuchen en las calles centrales, no marginar la marcha nosotros mismos. ¿Caímos los maestros en la trampa de escondernos y solo enseñar la imagen de la ciudad más innovadora o la ciudad más educada? ¿Puros eslóganes para ciudad donde se presume nada ocurre ni vibra?

Esto se veía venir: los incumplimientos. Antes de las elecciones pasadas, el candidato que se presagiaba que seguiría con lo mismo, es decir, sin presentar soluciones parece que pactó con argucias y estratagemas del buen gobierno entre comillas cierta solidaridad en beneficio de la paz.
Ahora se va a Europa a pregonar y a pedir ayuda a lo que se llama el post conflicto, mientras el magisterio se mantiene en vilo por los acuerdos firmados y sin cumplir, las promesas inconclusas, los proyectos disfrazados de benevolencia y un largo sartal de quimeras, que es el hierro común con que los administradores de la cosa pública marcan al innominado y despreciado pueblo colombiano que los elige, así sea con mermelada, así sea con promesas de la paz, es decir el mismo cuento que entregan cada cuatro años, y que cada cuatro años se aplaza no a los paraísos prometidos que no pasan de ser un continuo aplazamiento a la estolidez de quienes creen en ellos, sino a la irresponsabilidad de una educación cada año más deteriorada.

Y qué decir de la política anodina de aumentar la jornada escolar a las ocho horas: soluciones bizantinas, por una razón de peso, no hay dinero para adecuar los colegios, eso sí hay masificación sin control de calidad. En estas mismas instituciones: metan a todo mundo ahí, que lo importante son las cifras, ampliar la cobertura a como dé lugar. Lo que interesan son los números, es decir, el maquillaje de los números no la calidad. O sea los colegios se convierten en el encierro no para aprender si para mantener a los muchachos lejos de la calle.

Por esta razón hemos marchado ya varias veces, después de que él presidente Santos dice que nos tenemos que tragar los sapos, por ese largo prontuario de sus nuevos y mejores amigos. Pero los maestros hemos estado tragando sapos y sapos desde hace muchos años, y son grandísimos: promesas. Ahora se reclama un problema de hace años, lo de la mala administración de salud para el magisterio, lo de la evaluación y la manera como se cambia y la gran mentira de la aceptación en el escalafón de los maestros.

Solo una duda: ¿Dónde están los merecimientos para que la Ministra de Educación ejerza su cargo? Ya lo sabemos: lo político. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

“Poética del territorio” de Edwin Rendón


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“Poética del territorio” de Edwin Rendón

Carlos Alfonso Rodríguez

     Edwin Rendón (Fredonia,1981), profesor de Literatura, poeta y en una buena medida o definición es un líder y hasta un agitador cultural, porque coordina hace varios años una tertulia literaria en el Municipio de Fredonia que convoca a los artistas, creadores, músicos y poetas de ese pueblo del suroeste antioqueño. Ha nacido este poeta en un municipio pródigo en valores literarios y culturales, en donde nacieron el escritor Efe Gómez, el escultor Rodrigo Arenas Betancur, el poeta Mario Castaño (Mario malo), entre otros.

     El suroeste antioqueño, exuberante territorio cafetero, es una enmarañada región, aunque es más preciso decir que es un conjunto de pueblos diseminados entre verdes montañas que ha dado memorables autores como Juan de Dios “El indio” Uribe, Antonio José Restrepo, Manuel Mejía Vallejo, Tartarín Moreira, Salvo Ruíz, Gonzalo Arango, Jaime Jaramillo Escobar, Darío Lemos, Verano Brisas, Javier Gil, Juan Carlos Vélez y muchos otros más.

     La poesía de este joven escritor es diáfana, transparente, accesible al buen lector, pero también a aquel que se inicia en el universo literario y poético. Es una poesía que contiene sentimiento, intimidad familiar, color local, asepsia literaria, depurada técnica, empero que también entraña una fuerte dosis de rebeldía, sarcasmo e ironía que corresponde a una elección individual, pero también a la aparición de una nueva generación que como todas las nuevas generaciones traen una nueva propuesta, otra visión y otra mirada del universo contemporáneo.

     En sus cantos hay ecos, reverberaciones y resonancias de grandes autores como Nazim Hikmet, Wiliam Carlos Wiliams, Antonio Machado, Gonzalo Arango, amén de otros sobresalientes clásicos.
     Edwin Rendón, es un poeta dotado de fantasía, imaginación, también de una gran sensibilidad social hacia el prójimo, hacia la humanidad, a la que probablemente ha visto descender en su construcción humana en estos últimos tiempos. Acaso por eso escribe, canta, organiza, convoca, publica, participa en actos y no abandona este oficio ni este arte, que para la inmensa mayoría no tiene ningún sentido; pero para una dichosa minoría constituye lo más importante, trascendente e impostergable.    Por todo esto, celebramos el reciente libro “Poética del territorio”, ganador de Estímulos al talento creativo 2014 en Antioquia. Obra que es todo un hallazgo y un documento en estos tiempos; porque retrata la vida cotidiana, el entorno personal, el universo familiar, la vida social, pero desde una perspectiva humana, sencilla, fantástica, en donde aquel lector que se aventure a recorrer sus páginas será tocado por la magia con la que ha sido concebida, escrita o poetizada.

     Cuando Edwin Rendón, el líder, el poeta, el actor de la vida real lee sus poemas o proyecta sus cantos en público, estos poemas y cantos adquieren verdaderamente otra dimensión, otro tono, otro color, una inyección especial, que es el tono y el color de la nueva poesía encarnada en una generación expresándose sin riendas, sin bridas ni ataduras en su voz. Desparramándose de tal manera la poesía por entre las gentes o el público de forma equitativa, impactante, conmovedora y sonora, porque otra de las cualidades de su poesía es la musicalidad.

     De manera personal deseo que Edwin Rendón siga escribiendo fervorosos cantos para que nos regale nuevos libros como “Poética del territorio”, que es una evolución o salto cualitativo de otros libros del mismo autor: “Escupitajo” (2000), “Sobre un estudio de los árboles” (2005) y “Manual del perdedor” (2011).

     Cuando de manera personal expreso el deseo que el autor siga escribiendo, lo que quiero decir y manifestar, es que los líderes, los poetas, los profesores de literatura, como cualquier otro profesional, son tentados muchas veces por otras vocaciones terrenas, peligrosas y mundanas; que nos alejan de manera temporal, o a veces de modo definitivo del norte creador.

     Con Edwin Rendón y con “Poética del territorio”, se expresa pues una nueva generación que retrata la coyuntura social y cotidiana de Fredonia, Antioquia, Colombia y Latinoamérica, que no se encuentra satisfecha de modo alguno con la verticalidad del capitalismo salvaje en el mundo ni con el gran carnaval en el que se ha convertido la sociedad moderna global. Bien podría escoger varios poemas de este libro, aunque sintetizaré lo expuesto con los siguientes cantos y poemas:



EL POEMA QUE QUIERO ESCRIBIR

Un poema que sea un servicio gratuito,
Que incomode a los aristócratas,
Que vaya a marchas y a huelgas,
Que pueda escribirse en las paredes.

Un poema que tenga mala conducta,
Que se utilice como regalo o papel de baño,
Un poema que duela como una contusión.

Un poema que ayude a dormir a los niños,
Que asista a los velorios de los amigos,
Que a las mujeres sirva de consolador.

Un poema que tenga una soga para colgarse,
Que cure las úlceras y el insomnio.
Un poema que pelee contra el hambre
Contra el miedo y el frío.



UNA ORACIÓN

Danos, señor, mujeres hermosas,
Abundante ron y mañanas lluviosas.

Danos libertad para no creer en ti,
Tangos, amigos y un as bajo la manga.

Danos días de ocio, atardeceres y libros,
Salud para pernoctar y brazos para abrazar.

Danos, señor, una cuadrita de tierra
Para entendernos con el sol y sembrar.

Danos un perro que cuide la casa,
Una chica dulce, una muerte tranquila.

Danos, señor, mujeres hermosas,
abundante ron y mañanas lluviosas.

Ojalá, así sea.


EL POEMA FEROZ

Quiero un poema fuerte y honesto
Como una canción de rock.

Dios está cansado de palabras dulces.
Voy a despertar a los vecinos
con Artaud a alto volumen.

Quiero un poema con tatuajes y lentes negros,
Un poema en motocicleta
A alta velocidad por la autopista.

Quiero un poema de falo prominente
Que clave su bandera en el centro del mundo.

Quiero un poema fuerte y honesto
Como una canción de rock.



HUMANIDAD DESTERRADA


La humanidad perdió su tierra.
La humanidad desterrada.

Perdí mi pueblo, perdí mi casa
Y la vereda de la infancia.

Vago por los caminos que no me pertenecen.
Soy el exiliado, el olvidado.

Ninguna Penélope espere en ninguna casa.


ÉRAMOS NOSOTROS

Éramos nosotros, esa casa.
Éramos ese dolor, ese miedo.
Éramos esa noche y ese frío.
Éramos el café que quedó servido.
Éramos olvido, el ruido del llanto.
Éramos nosotros los muertos.
Éramos en el noticiero los muertos.
Éramos nosotros los muertos.




sábado, 1 de noviembre de 2014

Dukardo Hinestroza en Medellín


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Dukardo Hinestroza en Medellín

Víctor Bustamante

Hace unos años en el Magazín Dominical que dirigía Gog, un poeta nadaísta enviaba desde Los Ángeles, algunas notas. La fotografía lo mostraba caminando por la calle, muy circunspecto, gafas oscuras, saco y corbata negra. A lo mejor seguía los viajes hacía el país del norte que habían realizado Amílcar Osorio, Jaime Espinel, Malmgrem Restrepo y Alberto Escobar. La diferencia era que Dukardo se mantenía activo con sus notas, mientras los otros parecía que hubieran desaparecido del itinerario nadaísta, mientras aquí, Gonzalo, Eduardo, Jotamario, X-504, Cachifo, Pablus y Elmo se partían la cabeza para cuestionar y mantener a flote, es decir en la cima creativa ese movimiento que nos sacó, entre otras búsquedas, de la minoría de edad a muchos colombianos.

A Dukardo nunca lo vimos en las conferencias ni en los escándalos ni en los libros del estado mayor nadaísta, debido a su viaje, corrió el peligro de quedar excluido de sus amigos de generación, y no solo eso, del maelstróm que ellos provocaron al interior de una sociedad colombiana  la cual sus críticas la dejó mal encarada.

Por esa razón, salvo sus colaboraciones literarias a El Espectador, poco supimos de Dukardo, luego no leímos ni un poema suyo, y después desaparecieron, como por desencanto, sus colaboraciones al diario capitalino. De tal manera, al no poseer varios textos de él, nada supimos sobre su concepción nadaísta acerca de ese universo particularmente oscuro y cerrado o lleno de fatales mariposas amarillas en que se convertiría la literatura colombiana.

En el trascurso del tiempo regresaron Alberto Escobar un poco lejano de la publicación de su poesía, Amílcar Osorio con la experiencia de haber conocido algunos de los beatniks y algunos cuentos, Jaime Espinel también escribió algunos cuentos. Pero tampoco volvimos a saber nada de Malmgrem, solo que residía en Nueva York, menos de Dukardo; ambos se quedaron en definitiva en Estados unidos. El deseo de buscar lo que algunos llaman “otros horizontes”, o a cumplir sus metas determinadas, los alejó de lo que llamo, la más bella e intensa primavera de nuestras letras, donde el poeta era un provocador, un crítico contumaz, y un acerado conferencista.

Aunque también existía la creencia, ilusa por cierto, que para convertirse en escritor era necesario salir del país y buscar reconocimiento afuera, y así regresar con los laureles de plástico y los fogonazos de la soberbia por haber ganado algún premio en España o haber vivido en el manoseado Barrio Latino de París. No, los nadaístas desde acá, desde Bogotá, desde Medellín, desde Cali, afrontaron y confrontaron con sus manifiestos, convirtiéndose en el único movimiento literario en tomarse, desde lo que algunos taimados llaman provincia, la capital del país. Y ahí señalo su importancia al publicar en los medios le dieron otro aire necesario, donde los perfumes poco exóticos de la sabana santafereña se irradiaban al resto de Colombia. Por eso, al ir ellos allá, el nadaísmo se convirtió en un fenómeno nacional. Así lo olvide quien nunca los leyó y los maltrató desde Bonn, Rafael Gutiérrez Girardot. Este, mientras escribía sobre monótonas poetas alemanas, no se dio cuenta que los nadaístas le daban nuevos aires a la literatura colombiana al sacarla de los claustros claustrofóbicos de las universidades, lejos del lastre académico, y llevarla a la calle, a la libertad, que es la materia prima del poeta y del escritor.

Pero ahora, luego de este olvido, de no saber qué se había hecho Dukardo Hinestroza. Por una llamada de Carlos Alfonso Rodríguez sabemos que estaba de paso en Medellín. Y así, este domingo de abril vamos a conversar con el poeta y a escuchar la lectura de algunos de sus poemas y, por supuesto, a escuchar de sus labios su particular visión y vivencia del nadaísmo.


Nadaísmo en Sevilla / Gustavo Noreña Jiménez





EL NADAÍSMO EN SEVILLA

( Versiòn actualizada con declaraciones de Lisandro Duque Naranjo)

Gustavo Noreña Jiménez

Una mano / más una mano / no son dos manos / Son manos unidas /Une tu mano
a nuestras manos / /para que el mundo / no esté en pocas manos / sino en todas las manos.
                                                                        Poema Revolución de Gonzalo Arango.

Gonzalo Arango fue el fundador del movimiento nadaísta, y luego se agrupó con los poetas Jaime Jaramillo Escobar (X ―504),  Darío Lemos, Eduardo Escobar; el novelista  Humberto Navarro “Cachifo”; los cuentistas Amílcar Osorio, alias Amílcar U y Jaime Espinel; el cineasta Diego León Giraldo; los hermanos Jorge Orlando y Moisés Melo. Posteriormente llegaron otros como el poeta Mario Rivero, la escritora Fanny Buitrago, Elkin Restrepo. Cali aportó  a José Mario Arbeláez Ramos, famoso con el apodo  de Jota Mario Arbeláez y a Elmo Valencia. También muchos otros artistas  coquetearon con el nadaísmo como Álvaro  Barrios, quien se proclamó pintor nadaísta; los  cantantes Pablus Gallinazus y Eliana;  los Yetis; el escultor Pedro Alcántara,  la poeta Raquel Jodorowski y muchos más.

Gonzalo Arango Arias nace en Andes, Antioquia el 18 de Enero de 1931. Escritor y poeta. Inspirado en Fernando González Ochoa, el filósofo de “Otraparte”. Estudió bachillerato en el Liceo de la Universidad de Antioquia donde tuvo por compañero al pintor Fernando Botero y curso tres años de Derecho en la citada universidad.

Gonzalo murió en un accidente de tránsito en Tocancipá en 1976 cuando se disponía a viajar a Inglaterra con su compañera Angelita Hickie.

Diego León Giraldo merece una mención especial por tratarse del primer nadaísta sevillano. Jotamario Arbeláez, escribió el siguiente texto: “Las esquirlas de Diego León. Uno de los Trece poetas nadaístas ha muerto, Diego León Giraldo, quedamos nueve. Gonzalo Arango se detuvo en el 76, Amílcar Osorio brincó hasta el 85, Darío Lemos cojeó hasta el 87. El nadaísmo, sin embargo, sigue tan campante con sus 39 años a cuestas repartiendo etiquetas negras, y dejando que sus muertos enterremos a nuestros muertos.

El hijo de don Honorio Giraldo nació en Sevilla (Valle) en 1940. Estudió su bachillerato en el colegio Berchmans de Cali, de donde desertó para hacer parte de la aventura espiritual y corrupta más grande de nuestra historia. Fue uno de los fundadores del nadaísmo caleño, cuando Gonzalo Arango llegó a esa ciudad con su gabardina. Nos reunimos en la imprenta de Pacho Mora, Alfredo Sánchez, X-504, Dukardo Hinestroza, él y yo, a enterrar simbólicamente la poesía. Después de las exequias llegaron Elmo Valencia, Pedro Alcántara, Armando Romero, Augusto Hoyos, Jan Arb.

 Con Alfredo Sánchez fundó el suplemento literario Esquirla, personero de la vanguardia, que todos los domingos viene envuelto en El Crisol, como rezaba la cuña. [..]Perdimos el bachillerato en nuestros respectivos colegios, pero como él, además de sagaz era adinerado, llegó a Bogotá con un diploma rutilante a matricularse en sociología en la Universidad Nacional. Hizo parte de la izquierda exquisita. Con una carpeta de fotos de archivo de Camilo Torres que le suministrara Enrique Santos Calderón, se fajó el más impresionante documento político sobre el heroico sacerdote, que tuvo mención destacada en la Historia del cine mundial, editada en Francia por George Sadoul. […]

Se quedó dormido en la soledad de su habitación y del sueño pasó a la muerte sin despertarla. Sus hermanas lo encontraron entre los rollos de sus películas y sus ensayos literarios, entre ellos el que narra el episodio del sacrilegio de Medellín, en el que también participó Darío Lemos, y por el que recibieron excomunión papal, luego dispensada”…

 ―Gonzalo, después de que hagamos el Festival  Artístico de Vanguardia en Cali, quiero que vaya una buena delegación de nadaístas a Sevilla para alborotar el avispero en mi pueblo. Lástima que no puedo ir ―dijo Diego León Giraldo.

―Claro mi poeta ―dijo Gonzalo Arango―y agregó―En Sevilla hay mucho nadaísta como Lisandro Duque, el pintor Álvaro López y los estudiantes del Colegio General Santander. Ese pueblo es la Atenas cultural del eje cafetero. Allí daremos inicio a la gira Post Festival.

―Me parece bien. Yo quiero que vaya  Jotamario, el discípulo mayor de nuestra cofradía en  Cali, y además que vaya  otro gran poeta caleño como Elmo Valencia―dijo Diego León.

―Yo invito al Comandante Pablus Gallinazus, a Eliana, y le diré a  Lisandro que está en Medellín, para que coordine la venida de los Yetis. También hablaré con uno de los mejores poetas de Medellín como es  Eduardo Escobar para que vaya a Sevilla. Haremos un festival filosófico, poético y musical. Yo tampoco puedo ir, pero haremos historia con nuestros arcángeles y serafines.

―Los nadaístas se presentaran  en el Teatro Real o en el Club Tres de Mayo donde se divierte la burguesía cafetera o en el Club los Arrieros donde bailan los coca-colos de Sevilla o en todos esos sitios―dijo Diego León.

―Nos presentaremos juntos, todos contra todos donde sea, guitarras y poemas, canciones de protesta, alaridos, convulsiones, la poesía en traje de pelea, la guitarra tiene la palabra, somos los poetas de la pesada , dijo Gonzalo.

Los nadaístas estuvieron en Sevilla según lo relata Gonzalo Arango en una misiva dirigida a X-504,  al hacer un comentario sobre Jotamario Arbeláez  en el libro “Gonzalo Arango, Correspondencia Violada” del poeta Eduardo Escobar: …”Ahora debe estar encamando a sus amadas en Cali, exhibiendo el ojo tapado del Nadaísmo, o sea, una lengua del zapato de Gallinazo con la que se fabricó un ojo tuerto para salir fotografiado en la primera página de los periódicos como el Dayán de la revolución, el Mesías de la desesperación redentora, el irresistible gigoló de la libido caleña… ¿Dónde estará? La última vez que lo vi fue en un taxi que lo traía de Buga al final de nuestra apoteósica gira post-festival por algunas ciudades, con ruidosos éxitos y fracasos en Sevilla donde querían motilar a bala a los nadaístas. Él se presentó muy Cristo con una corona de espinas de alambre de púas que se fabricó en el camino a la medida de su locura, y allá insultó a todo el mundo, a todo lo sagrado, a los godos, a los curas, al respetable público, a la literatura, al pan, a la sal de la vida, a nuestro Señor Jesucristo sobre todo, y por nada le hacen tragar el espinoso símbolo, pero de todas maneras se hirió las manos con las púas”.

El antropólogo sevillano Edgar Álzate narra en su cuenta en Facebook: “Yo estaba muy niño y los vi, Pablus Gallinazo vestido de Almirante con una espada en la mano, Jota Mario con la corona; y el escándalo fue cuando leyeron sus poemas en el antiguo Club Los Arrieros, donde bailaban los jóvenes de la época, leyeron sus poemas escritos en un papel higiénico y eso fue el colmo para la sociedad”.

Hugo Fernando Valencia quien por esa época ya estaba grandecito, estudiaba en el Colegio General Santander y en su corazón palpitaba su amor por las nuevas ideologías y la bohemia.
 ―Madre, ya tengo diecisiete años. Esta noche me voy al “Post-Festival artístico de vanguardia”―dijo Hugo Fernando.
―Hijo, ¿dónde van a realizar ese Festival?
―Va a ser un concierto de los nadaístas en el Club los Arrieros, un establecimiento de baile que queda frente a la cafetería “El Polo” de don Arístides Pineda.
― ¿Y esa gente quiénes son?
―Vienen poetas y cantantes. De Medellín viene el poeta Eduardo Escobar y el grupo musical  a go-go de los Yetis; de Bogotá los cantantes Pablus Gallinazus y Eliana; de Cali, los poetas Jota Mario Arbeláez y Elmo Valencia; además, viene Elkin Mesa que es periodista y  esposo de Eliana. Esta presentación va a estar loquísima.
―Mijo por Dios, esos melenudos son ateos y sacrílegos. Parece que hasta les gusta comer hostias.
―No mami. Ellos son la generación que sobrevivirá al apocalipsis de la corrupción. Esto va a ser la revolución de las fuerzas desarmadas con la explosión de la lírica. Estos poetas y músicos están armados con las pistolas de la poesía y sus fusiles son las guitarras.
―Hijo lindo, usted ha sido criado en un hogar católico. ¿A qué horas se le torció el camino y se volvió nadaísta?


Hugo Fernando dice  que los Yetis se presentaron en una reunión familiar en la casa del pintor Álvaro López ubicada en la calle de la Pista cerca de las bodegas de la Federación de Cafeteros, y que le gustó tanto la “carreta” del nadaísmo y la literatura que cuando salió de bachillerato se fue a Medellín a trabajar  con Alberto el “Topo” Ceballos quien era el gerente de la reputada librería “Alexis Zorba”, cuyo propietario era el empresario sevillano Evelio Torres “Eveltor”.

A Lisandro Duque Naranjo durante el  11⁰ Festival de Cine Colombiano de Medellín, Antioquia, realizado entre agosto 23 al 26 del 2013, Diego Rojas Romero, Investigador, Crítico de Cine, Realizador y Víctor Gaviria, poeta, Director de Cine y Director del Festival le hicieron una entrevista de la cual  extracto los siguientes apartes:

[…”En medio de esa vida publicaba mis cosas y fui empresario de artistas, de los nadaístas. Íbamos a Pereira, Armenia, Buga, Cali y, claro, a Sevilla, con un espectáculo llamado Átomos a Go-Gó para la paz: conjuntos de rock con los Yetis y Juan Nicolás Estela, Pablo Gallinazo, Eliana, Gonzalo Arango, Jota Mario. Todo esto entre el 63 y el 68.

 [……] ¿Qué te seducía tanto de los nadaístas?

  Yo me las daba de nadaísta local, seguía ese proyecto nacional. Además por un antecedente: el 5 de enero 1960, amigos míos quemaron el pesebre del pueblo con cocteles molotov ahí en la plaza. Eso marcó un rompimiento muy fuerte y ahí me desmarqué de todo ese greco‐quimbayismo porque me dio mucha envidia de los que habían quemado ese pesebre. Me emocionaba la notoriedad que adquirieron Mario Pineda y Humberto Pino. Casi los lincha el pueblo y los salvó el párroco, fue un fenómeno interesante. Desde entonces nos convertimos, con un combo de amigos como Hernán Vallejo, José Raúl Arango, Gilberto Rodríguez, Evelio Loayza y Jaime Galvis, en unos clandestinos del grafiti. No había aerosol y nos tocaba con brocha y el tarro de pintura roja: “Dios no existe”, éramos unos tinieblos de una anti religiosidad la berraca. En un acto de barbarie íbamos a la biblioteca del colegio o a la biblioteca pública, pedíamos El tesoro de la juventud y a las reproducciones de vírgenes les pintábamos bigotes, escribíamos “La virgen es mentira”, éramos unos ateos muy militantes. De esa época es que saqué el guión de mi próxima película y nunca como antes un personaje mío es tan autobiográfico. El protagonista soy yo: así procedí, así era.
 […]¿Fuiste nadaísta, realmente?

Pues nadaísta de Sevilla, por eso busqué hacerme amigo de ellos. Cuando en el 66 o 67 llevé a Gonzalo Arango, más que llevar el nadaísmo lo que llevé fue a los nadaístas. Gonzalo, Pablo y Elmo Valencia, nos hicimos amigos y leí con mucha disciplina todo lo de ellos. No me olvido cuando estuve en la universidad de Antioquia en Medellín en la conferencia que leyó Gonzalo “Medellín a solas contigo”, un texto precioso. Un panfleto contra la cultura antioqueña tan brillante, lo leyó en un paraninfo a reventar. Pero ojo, eso no era lo único que yo leía: ese bachillerato mío fue integral y yo, cuando estaba en sexto por ahí a los 17 o 18 años, pertenecía a un grupo con Eduardo Trujillo, José Raúl Arango, Gilberto Rodríguez y Hernán Vallejo, en el que nos leímos muchos clásicos: Oscar Wilde, Dostoievski, Balzac, Sartre, Flaubert, algo de Proust, y El cuarteto de Alejandría de Durrell, Camus, Shakespeare, éramos unos jovencitos engreídos e insoportables que queríamos distinguirnos de los que eran muy atléticos y expertos fútbol; nos volvimos intelectuales por nuestro mal desempeño deportivo. Nunca estuvimos en ninguna selección, no servíamos. Entonces nos dedicamos a leer, nos volvimos intelectuales para que nos respetaran, era un blindaje. Ahora que se habla de matoneo en los colegios, yo pasé por varios tanto en Sevilla como en Pereira, allí la pelea era muy fuerte. Como no era un tipo con destrezas físicas me tocó darme trompadas varias veces, porque si no, no sobrevivía. Era muy frágil físicamente hasta que con los amigos tomamos la decisión de volvernos intelectuales. Intuíamos que al intelectual no lo jodían. Me equivoqué de país, obviamente, pero apenas cogí fama de que era un lector me empecé a ganar cierto respeto de parte de los matones. Conclusión, me volví intelectual, también, por sobrevivencia, y notaba que a los artistas no nos jodían”…]

  Eduardo Escobar: Nació en Envigado, Antioquia el 20 de diciembre de 1943. Dice Gonzalo Arango: “Nosotros llamábamos a Eduardo cariñosamente “Eduardito”, y sus antiguos camaradas de vagancia y santidad aún lo llamamos con diminutivo. […] Era tan frágil, daba tal sensación de espiritualidad con su flotante estatura de uno con ochenta, que el maestro Fernando González lo bautizó “El Diosecito”. Hizo una compilación de cartas nadaistas: “Correspondencia violada”.

 Jota Mario Arbeláez. El portal de internet de Noticias literarias dice lo siguiente. “Poeta,  escritor y publicista. Nació en Cali, Colombia el 30 de noviembre de 1940. Cruce de dos familias de sastres, la paterna antioqueña y ecuatoriana la materna. En su ciudad natal, luego de una infancia y una adolescencia enmarcadas por La Violencia, se relacionó con una generación que comenzaba a abrirse paso a la brava en el mundo del arte y del intelecto. Cuando Gonzalo Arango llegó de Medellín hablando del recién fundado Nadaísmo, con Elmo Valencia y X-504 decidió aliarse a sus filas de fieles e iniciar una aventura que jamás acabaría. Los recién llegados se proclamaban ‘geniales, locos y peligrosos’, y además ángeles apocalípticos y Gonzalo se hacía llamar ‘el profeta de la nueva oscuridad”. Elmo Valencia, Cali, 1933. Estudió Ingeniería Electrónica. William López Arango dice. “Elmo es un manojo de amistad egresado del Colegio Republicano de Santa Librada, caleño de raca mandaca que se toma la vida medio en serio y medio en broma, de allí que se haya convertido en uno de los más insignes estandartes del nadaísmo en Colombia. Entre sus amistades es conocido como “El monje loco” dada su costumbre de mamarle gallo a todo y a todos. […] Fue educado en los Estados Unidos y entró al movimiento nadaísta por la puerta grande trayendo un mensaje de los Beatniks. Estuvo como jurado en el concurso literario “Casa de las Américas”, La Habana, 1966, en unión de Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela y participó en los Recitales de Poesía en Praga (Checoslovaquia) con Allen Ginsberg” […]

 Pablus Gallinazus, cuyo nombre es Gonzalo Navas Cadena. Nacido en Piedecuesta, Santander en 1943. Escritor, compositor,  cantante y poeta. Estudió derecho y teatro. Fue celebre con las canciones de protesta en Colombia con alguna notoriedad en Latinoamérica en la década de 1960-1970.

 Los Yetis. Gonzalo Arango los describe así: “Los Yetis son cinco: Juan Nicolás Estela, Iván Darío y Juancho López (hermanos), Norman Smith y Hernán Pabón. Todos han salido de la burguesía antioqueña, aunque ellos personalmente son la negación del espíritu burgués, son otros: son simplemente go-gos. Juan Nicolás es heredero del apellido millonario los Estela de Cali, esos de los toros bravos. Los hermanos López son hijos de su padre, un reputado gerente de Medellín. Su madre es una dama europea, un espíritu fervoroso de la música clásica, y casualmente de apellido “Música”. Iván Darío y Juancho sostienen que su vocación les viene por el lado materno en los dos sentidos, y hacen chistes, con su apellido López Música: “Nosotros éramos go-gos mucho antes de nacer —dijo Juancho—, lo que no sabía mamá era la clase de ‘Música’ que íbamos a tocar”. Norman Smith es un joven nacido en Nueva York, pero aclimatado al aire del Pan de Azúcar. Pabón, el baterista del grupo, es neto como una arepa, es decir, más antioqueño que la Candelaria”. Norman Smith es hijo de Rosemary Smith “Rosa Girasol”, compañera de Gonzalo Arango.

 Eliana: Gloria Eliana Bongean de Medellín. Nacida en 1945. Fue la mejor intérprete en el Festival Internacional de la Canción de Trujillo Perú en 1967. Con motivo del lanzamiento del disco “Las canciones de la nada” Gonzalo Arango escribió: “No tengo nada que agregar a la belleza de este disco. Allí está dicho todo lo que es y vale nuestra generación: el talento musical de Alex González; la voz tierna, dulcísima, profunda, de Eliana; la poesía apache de los nadaístas. La melodía de Alex, la voz de Eliana, se aliaron para despertarnos de la amarga pesadilla de las palabras. Buscamos nuevas armas para escribir, para acariciar, para matar. Esa arma que buscamos es la música o el silencio”. […]El periodista Elkin Mesa ―nuestro jefe de “armada” de la revolución nadaista ―ha hecho posible de la nada estas canciones, es decir,  de nuestro ser más sediento― Honor a él, poeta de la impaciencia”…
 Eliana y las canciones de la nada fue según Gonzalo Arango “el último cohete que lanzó el nadaísmo al monte de Venus de la canción con letras de Cachifo,  Gallinazo y el gigoló de los Dioses […] La voz de Eliana es de prodigio, un descubrimiento, sólo cantará canciones del nadaísmo”.

 Ahora dejaré que la memoria  viaje libremente a través del laberinto del tiempo para vislumbrar cómo se pudo haber realizado el   Festival artístico de vanguardia en el “Club los Arrieros”.  Eduardo Escobar empezó leyendo el Manifiesto Nadaísta  de Gonzalo Arango: …”Hemos renunciado a la esperanza de trascender bajo las promesas de cualquier religión o idealismo filosófico. Para nosotros éste es el mundo y éste es el hombre. Otras hermenéuticas sobre estas verdades evidentes carecen de sentido humano. Las abstracciones y las entelequias sobre el Ser del hombre, caen en el dominio de la especulación pura y del simbolismo metafísico, producto natural del anhelo del hombre por trascender su entidad concreta, y fijarla en una forma ideal, más allá de todo límite espacial y temporal. Este anhelo corresponde a su naturaleza idealista y poética que quiere cristalizar la esencia del Ser en lo absoluto, en el eterno. Proponer esa ilusión para después de la muerte es la misión de las religiones […] Destruir un orden es por lo menos tan difícil como crearlo. Ante empresa de tan grandes proporciones, renunciamos a destruir el orden establecido. La aspiración fundamental del Nadaísmo es desacreditar ese orden […] En esta sociedad en que la mentira está convertida en orden, no hay nadie sobre quién triunfar, sino sobre uno mismo. Y luchar contra los otros significa enseñarles a triunfar sobre ellos mismos.

 […] La misión es ésta: No dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio. Todo lo que está consagrado como adorable por el orden imperante será examinado y revisado. Se conservará solamente aquello que esté orientado hacia la revolución, y que fundamente por su consistencia indestructible, los cimientos de la sociedad nueva. Lo demás será removido y destruido. ¿Hasta dónde llegaremos? El fin no importa desde el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el cumplimiento de un destino”.

 Después Jotamario Arbeláez se presentó en la tarima con su corona de alambre de púas ciñéndole la cabeza, con  una túnica blanca sobre su cuerpo, con guantes rojos, medias rojas  y con un malabarismo mágico  el poeta sacó del bolsillo de   su vestimenta un rollo de papel higiénico, y con voz ronca declamó su escandalosos poemas: Vulva, culo y nalgas  los  cuales alebrestaron el pudor provinciano: “Vulva: Henos por fin en el lugar de los hechos.  / Púrpura y arremolinada como Maiacovski / allí también la anatomía se ha vuelto loca.  / Surco celestial /  y creador de enervamiento. / La estalactita canta durante la noche / restregada por mi pata de grillo.  / Y más adentro sensaciones: calor, / óxido húmedo, /  rasguño. / Rozadura, pequeños aletazos. Y el olor de oro de mar / en la nevera”. Días después Gonzalo dijo  acerca de Jotamario: “Está muy loco, en el grado más alto de lucidez que le conozco. Una vorágine, un cataclismo, una catarata, un orgasmo. Un temblor de tierra, un kilo de marihuana, un falo insaciable, la mejor espalda para crucificar este planeta por el sexo.”

 El “Monje loco” con su  risa que era una carcajada subió a la tarima y leyó sus poemas “El país de las neblinas”, “los senos de la mona lisa” y “Arte de amar. Letra de “Arte de amar”: “Si hacemos el amor /encima de un puente / es posible que el puente se caiga / Si lo hacemos en un arrozal / la humanidad se quedará sin arroz /durante un siglo / Si lo hacemos encima de un huevo / pobre huevo / Y si lo hacemos frente a un cuadro de Picasso / al instante un embarazo / Si lo hacemos en el baño de un avión / ese avión no llegará nunca a su destino / Si lo hacemos en un automóvil / último modelo / existe la posibilidad de que el automóvil haya sido robado / Y si lo hacemos debajo de un árbol / es posible  que un pájaro / nos cague / Para no tener ninguno de estos inconvenientes / lo mejor  que podemos hacer tu y yo / yo y tu / es hacerlo aquí donde nos encontramos / abrazados desnudos / hasta que la muerte nos separe”

Elmo repartió entre los asistentes sus poemas   y Rafael Duque conserva como un tesoro  el poema “El arte de amar”  impreso en tarjeta de lujo, con autógrafo e ilustrado en el reverso con la Serie eróticos de Pablo Picasso.

Pablus Gallinazus o “El Comandante”, como le gustaba que lo llamaran, se presentó en tarima  disfrazado de Almirante con espada al cinto y tocando su guitarra empezó a cantar: “Estas son las historias del cielo y de la tierra, del hombre que cansado de recoger su cosecha, decidió multiplicar los panes y los vinos con una metralleta: Camilo Torres”. Luego cantó: “Boca de chicle”, “Una flor para mascar”, “La mula revolucionaria, “Destino la guerrilla” y “Cinco balas. “Gallinazo estuvo cumbre con sus canciones de protesta, con su espada mohosa de la Guerra de los Mil Días que era de su abuelito, un general godo de la patria boba, de la época del honor”, dijo Gonzalo Arango cuando le dieron un reporte de la gira por Sevilla y agregó: “Gallinazo está tan loco que ahora anda diciendo que es el ministro de guerra del Nadaísmo”.

Los Yetis cantaron las canciones: “La chica del billete, “La Bamba”, “Satisfacción”, “Llegaron los peluqueros”―canción que escribió  Gonzalo Arango y musicalizaron los Yetis―.  Juancho López, el legendario cantante de los Yetis,  en su trabajo “La nueva  ola colombiana” dice: …”el grupo estaba de gira, y en Armenia nos encontramos con Lisandro  Duque, después conocido  hombre del cine nacional  quien en esa época juvenil militaba como nadaísta,  lo  mismo que el pintor Álvaro López, ambos de Sevilla, Valle. […] En Sevilla, Valle, anduvimos en una camioneta, en la cual yo mismo conducía y perifoneaba por toda la ciudad anunciando el espectáculo”. “La fusión del Nadaísmo y el Go-Go fue una experiencia; esa juventud es la heredera del Nadaísmo en el campo de la música […] ellos han hecho la revolución en el ritmo como nosotros en la literatura y en la vida. Los gogós son nuestra degenerada descendencia”, escribió Gonzalo Arango.

Eliana interpretó la “Canción del futuro”, “Caminantes” y dos canciones con letras de Gonzalo Arango: “Réquiem por un ye-ye” y “Girasol giranada”. Letra de la canción Réquiem por un ye-ye: “Era un torero que soñaba en la gloria / y le decían el Pinturero / Para triunfar lo dejó todo, lo dejó todo / Hasta su amada. / Sucedió en Cartagena / una tarde de sol / Para lucirse del cielo se lanzó /  en un paracaídas y el viento / Hacia el mar lo arrastró / Nadie, nadie lo esperó para salvarlo / como a los astronautas / Sólo, sólo lo dejaron / aunque gritaba “help” / no hubo quien le tirara una red / y un capote de espumas / Y un capote de piel / En el circo todos cantaban / Tomando el vino y gritando / al compás de un pasodoble y olé, olé / Una voz pidió un minuto de silencio / por la muerte del héroe / y otra respondió / Nada de silencio, la plata o el torero / Queremos al Pinturero / Vivo o muerto, todos gritaron / Bravo, bravo y olé.

Más tarde todos cantaron en coro “No mates las amapolas”,  canción en letra y música de Elmo Valencia,  “que adoptamos en el Festival como la Internacional Nadaísta, nuestro himno de guerra. Lo cantábamos todos en los escenarios, en los estadios, en los rings de boxeo, en los burdeles, en las calles, en las plazas de mercado. “Elmo resultó la maravilla para las baladas, con letra y música de su cosecha”, escribió  años después Gonzalo Arango.

En medio de ese jolgorio los nadaístas armaron sus “cachos” de marihuana y con su humo contaminaron la juventud sevillana que tampoco hizo mucho por evadirse de la caverna filosófico musical. Ese fue el día en que los sevillanos conocieron la “yerba”.

Rafael Duque Naranjo comenta que después de la presentación de los Yetis se fue con ellos a celebrar el éxito a “Luces de Buenos Aires”, porque en esa época toda persona que venía a Sevilla quería conocer ese lugar. Cantaron, bailaron con las hermosas niñas del lugar y para calmar el hambre, la Chichimoca les trajo una olla con arroz atollado que era la especialidad del lugar. Juan Nicolás Estela se acercó al comedor y mirando el arroz con su único ojo bueno, pues el derecho era de vidrio, preguntó: “¿qué es esto tan bueno?”, y en un acto de locura tiró el ojo de vidrio a la olla y gritó: “¡ojito sudado para todos!”, luego lo sacó, lo lavó y se lo puso en la cuenca de su ojo.

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