martes, 21 de octubre de 2014

Vientos de octubre / Víctor Bustamante




Vientos de octubre
Víctor Bustamante

A mediados de octubre
cuando soplan los vientos del fastidio
comienza como una brisa desde las emisoras que arrastran música tropical: porros, salsa, vallenatos, Buitrago, Rodolfo, Gustavo Quintero y, sobre todo, la malicia y molicie de la música parrandera.
El comercio trafica árboles para Navidad, mientras los ediles hablan de no destruir el medio ambiente; y adornos de contrabando, también prohibidos, deslumbran desde las vitrinas
El viento, al final, arrecia, pero aún es soportable,
golpea a los deicidas en las azoteas, sacude los bolsillos idolatras de los consumidores,
y no solo abofetea los alambres contra los postes que arañan las lluvias sino que persigue hasta la misma zona de desastre personal a los poetas y transeúntes,
mueve las sombras de los árboles, recuesta ceibas sobre autos mal aparcados, y persiste, porque es necesario terminar este año emblemático para unos, desastroso para otros.
Cuando ruge el viento del hastío del anhelado espejismo final, los días se desploman, y desde las emisoras escarban cada minuto que falta para terminar el año
Son días duros y duraderos como cascos de acero golpeando hermosos cuerpos cautivos, tóxicos del deseo
Pero también, a mediados de noviembre, el viento mastica los presagios sucios de los fines de semana
Desde sus primeros días, no quiero jingles de diciembre, ni estribillos repetidos que me hacen sentir culpable de no haber muerto en mis tinieblas
Apago la radio hasta cuando pase esa musiquilla que es el heraldo de ese mes último.
Otra vez he fracasado y mi balanza contable no tiene nada que ofrecer sino
deudas, papeles guardados, poemas sin resolver y mujeres recostadas en las vidrieras de la espera en una red social, el Face, donde no dan la cara.
Entonces, en pleno diciembre, cuando los días y el comercio son un gran fastidio,
comienza una tormenta 
Es necesario abandonar la rutina, de los dioses de plástico y no preparar los adioses.
Empiezo a oscurecer y a callar, pero también a buscar las luces de los bares,
los estriptis donde mujeres angustiadas necesitan dinero y yo necesito placer.
Regreso al Centro, despiadado centro, a embaucar a mis amigos y a navegar en medio de este maelstróm con las botellas de licor adulterado a pesar de la cara beatifica del barman,
Y así huir de esta frágil página, pues prefiero hundirme en una batalla de papel con venenosas desconocidas.
.
Antes de aceptar el fuego mustio de este mes fatídico
me asalta este huracán de grado cinco que me lleva por las calles y a esos bares y a las noches ocultas donde poseen carnet algunos malevos untados de dolor y algunos desclasados con sus cuchillos de insomnio dispuestos a  callar
Busco las piadosas putas con sus tijeras esbeltas de mugre en estos dos días que no quiero nombrar donde la gente regala para acallar, y realiza cuentas personales para su obituario
Entonces, mucho más tarde, la tormenta se calma y se convierte en una brisa tropical que me patea en esa desolada noche, que es otro año, cuando creemos que el primer día de enero todo va a cambiar cuando de antemano continuamos tan muertos como siempre.


1 comentario:

Mis Carracucas dijo...

Y QUIEN ES ELLA?
EN QUE LUGAR SE ENAMORO DE MI,
DE DONDE ES
A QUE DEDICA EL TIEMPO LIBRE...