jueves, 31 de octubre de 2013

7.“Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS



7. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- 

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS

 

PÁNEL 3 (DERECHO)

Hola, jóvenes:


1.
El Dr. Ociel Castaño Zuluaga, abogado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia (FDUA), abrió el 3er. pánel con el tema “Aporte de la Facultad de Derecho a la cultura político-jurídica nacional”, afirmando que “resulta pertinente ocuparnos en recordar la trascendencia que ha tenido la Facultad de Derecho del Alma Mater, una institución que desde su fundación ha sabido conservar… irradiando al progreso y desarrollo no sólo de la región sino del país mismo… porque no hay que olvidar que los tres pilares fundamentales que impulsaron el progreso y el desarrollo de Antioquia la grande lo propiciaron la Escuela de Minas de Medellín (1887), la Escuela de Medicina de la Universidad de Antioquia (1871), y mucho antes que ellas la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia (1827)… en la reglamentación jurídica y política para la marcha ordenada y pacífica de la sociedad antioqueña… aportando con sus hombres y realizaciones a la construcción de la nación”. Habla luego de que “Allí se educaron inicialmente las élites de la sociedad antioqueña, abriéndose luego espacio a una especie de democratización del conocimiento cuando se posibilitó, en la tercera década del siglo XX, el ingreso a sus aulas de otros sectores social y económicamente menos favorecidos o provenientes de provincia”. Y poco después afirma que “Dado que el quehacer específico de la FDUA se circunscribe dentro del campo de las ciencias o disciplinas sociales, el aporte que ha hecho a la construcción del país se ubica en el de las ideas y, dada su intangibilidad, dificultándose por ello su medición; razón por la cual nos circunscribimos a la reseña enumerativa de algunos de sus egresados, grandes hombres que con su trabajo, actividad, e ideas, innovaron y contribuyeron a la evolución de la cultura jurídico-política nacional”. Agrega que “la FDUA entiende que su actividad no puede quedar reducida a producir riqueza material, dinero, a ser una bolsa de expedición de títulos. Antes que partera de doctores, ha sido crisol donde se han forjado hombres probos y prudentes… fue precisamente allí donde empezó en Colombia un nuevo estilo del Derecho al servicio de la sociedad y con una función pública específica, dejando atrás siglos de exclusivismo”.

Cita luego el expositor a quien fuera su profesor el exmagistrado Carlos Gaviria Díaz (graduado en 1965), con quien discrepa porque Gaviria considera que en el campo de las ciencias sociales “no ha habido aporte alguno al campo del Derecho” por parte de los egresados y, dice Castaño, que “le asiste algún grado de razón cuando de manera iconoclasta plantea que el Derecho como disciplina del conocimiento ha tenido un precario desarrollo en Colombia” llegando Gaviria a afirmar que hay carencia de una comunidad científica de juristas y que “a excepción de unas pocas obras pioneras la literatura jurídica colombiana podría desaparecer sin que el Derecho sufriera mengua… el Derecho colombiano, salvo unos cuantos de sus cultores muy destacados, con reconocimiento internacional, ha vivido un aislamiento disciplinar casi absoluto”. La acusación de Gaviria alcanza, pues, no sólo a la FDUA sino a todas las facultades de Derecho en el país aunque, agrega Castaño, “resulta injusto desconocer que en algunas coyunturas precisas dicha generalización no es aplicable”; con lo que coincide justamente el expositor con el exmagistrado en que “ha habido algunas obras pioneras y algunos cultores destacados con reconocimiento internacional”. Parece ser esta la excepción que confirma la regla y no la calificación aplicable a la mayoría, y el exdecano Julio González Zapata en su ponencia durante el 6º pánel recogerá esta opinión del Dr. Gaviria al titular su trabajo: “El discreto aporte del Derecho”. Acerca de la pesimista opinión del Dr. Carlos Gaviria, dice el expositor que “semejante escepticismo daría una visión muy recortada si se le contrasta con recias personalidades académicas forjadas en la FDUA, que ya por el hecho de ser sus egresados, o porque en ella fungieron como maestros o decanos; fueron juristas que en su momento gozaron de reconocido prestigio, incluso por fuera de las fronteras patrias”.

Lo que no quiere decir que en los 186 años de existencia de la FDUA no haya habido una pléyade de innumerables egresados que han dado lustre a la carrera, incluido el nombre del Dr. Álvaro Uribe Vélez (graduado en 1977) que aparece en la larga lista del ponente como abogado egresado de la Facultad, sin que se destaque ninguna ejecutoria suya en la vida pública ni se mencione que fue Presidente de la República en dos ocasiones, y ese es un honor del que la Facultad debería sentirse orgullosa, y seguramente se va a sentir cuando se atemperen las pasiones políticas que condicionan el momento actual de la Nación. Muchos de los mencionados se graduaron, según afirma Andrés Botero “en una época en la que la investigación jurídica propiamente no existía en este ámbito, ni siquiera en el nacional, pues para nadie resulta un misterio que la irrupción del discurso y de la metodología investigativa, con su cultura, se hizo en las postrimerías del siglo XX”. Dice Castaño que “la FDUA se erigió en una fábrica de gobernantes, ministros, legisladores, y magistrados de las altas cortes de justicia del país y fue orgullo durante muchas décadas de los hombres de la montaña cuyo nombre y reputación trascendió más allá de los lindes patrios, semillero de glorias colectivas e individuales, forjadora de hombres de acción que con sus libros, periódicos, ideas de libertad y de trabajo, de paz y de tolerancia, progreso y desarrollo, rindieron tributo a la historia cultural de la Nación”. Menciona, entre muchos, al juez José J. Gómez (graduado en 1921) quien siendo católico practicante se sometió a la excomunión eclesiástica por haber celebrado el primer matrimonio civil de nuestro país, según anécdota contada por Ramiro Bejarano que recoge el expositor en una nota de pie de página. Menciona el Dr. Castaño la tesis de grado del abogado Ricardo Uribe Escobar (graduado en 1914) que planteó la necesidad de cambiar el statu quo de una sociedad patriarcal y tradicionista como la colombiana que anuló sistemáticamente a la mujer y no permitió que ejerciera sus derechos sino hasta épocas muy tardías. La condición social de la mujer estuvo subordinada al ego del varón, y el Dr. Uribe Escobar pidió “que se alzase en plan de liberación de la coyunda de sus padres, hermanos, maridos, y tutores atrasados”, lo que le valió al nuevo abogado la condena eclesiástica. Pasarían dos décadas (1947) para que las primeras tres mujeres se graduasen como abogadas, siendo ellas las doctoras Berta Zapata Casas, Haydeé Eastman, y Yolanda Cock.

2.
A continuación la Dra. Patricia González Sánchez, profesora asociada de la FDUA, expuso su tema “Estudios de Derecho en la Universidad de Antioquia, 186 años de historia”, quien afirma que “no es posible en este escrito abordar de forma exhaustiva los ejes pioneros con los que Antioquia aportó al desarrollo de Colombia en materia jurídica” dando a entender que son innúmeros esos aportes y que pueden contradecir las afirmaciones del Dr. Carlos Gaviria Díaz citadas por el anterior expositor. Menciona en primer lugar al Dr. José Manuel Restrepo y su “Ensayo sobre la geografía, producciones, industria, y población de la provincia de Antioquia” como un eje jurídico que sirvió de base a la legislación agrícola y minera y de su contribución a la redacción de libertad de partos que fue previa a la ley de manumisión de los esclavos de la que también hizo parte.  El segundo eje mencionado por la expositora es el de la familia como gestora en el impulso educativo de Antioquia y en la iniciación de la carrera del Derecho en nuestra región. Hace mención detallada de los aportes del Dr. Pedro Justo Berrío y del General Marceliano Vélez; menciona con detalle al Dr. Fernando Vélez Barrientos, coautor del libro “Datos para la historia del Derecho” y autor del libro “Estudio sobre el Derecho civil”, y dentro de esta reseña la expositora retoma el caso de la tesis de grado “Notas feministas” del abogado Ricardo Uribe Escobar en 1914, de la que el Dr. Vélez Barrientos fue su presidente de tesis y dio ponencia favorable a esa graduación, contra las presiones de la sociedad y de la Iglesia que veían en esa tesis un grito de emancipación de la mujer. Luego menciona al Dr. Antonio José Uribe que en 1894 se ocupó de un “Estudio sobre las servidumbres según los códigos civil y de minas de Colombia, y la legislación general comparada”, y también fue autor del libro “Código de minas colombiano comentado”, del primer tomo del “Tratado de Derecho Civil colombiano”, y de la “Compilación de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de Colombia entre 1886 y 1898”, por considerarla una fuente del Derecho y, finalmente, en carta al General Marceliano Vélez expuso el Dr. Antonio José su visión de un campus o ciudadela universitaria para la U. de A. que sería una realidad medio siglo después.

Muy orgullosos debemos sentirnos los antioqueños de los aportes de nuestros profesionales del Derecho a las altas cortes de la nación… en el pasado; cuando se estudiaban los casos en Derecho y se aplicaba Justicia, antes de que esos organismos se politizaran. Este es mi concepto muy personal, que no compromete ni refleja lo dicho por los expositores.

Octubre 30 de 2013

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6. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS


6. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- 

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS

 

PÁNEL 2 (MINERÍA)

Hola, jóvenes:


El Dr. Hernando A. Escobar Isaza, ex profesor de la Cátedra de Derecho Minero en la Universidad de Medellín, fue el siguiente expositor con el tema “El aporte del Código de Minas del Estado Soberano de Antioquia a Colombia” (CMA) y empieza por calificar o, mejor dicho, recoger el calificativo de los historiadores acerca del régimen federal que existió en Colombia entre 1858 y 1886, como una “época de bárbaras naciones” por las frecuentes guerras de los estados soberanos entre sí y con la Nación.

(Que las guerras son un freno al desarrollo y una causa de atraso para cualquier sociedad, no es un secreto).

El 5 de junio de 1886 don Miguel Antonio Caro dijo en su discurso en la sesión del Consejo de Delegatarios que “los representantes de los Estados Soberanos venían al Congreso a repartirse los despojos de la Hacienda Nacional, como alacranes que devoran a su madre”.

(Y donde quiera que estés yo te digo en tu silencio mudo, patriarca Miguel Antonio, que ya estamos en el siglo XXI y las cosas no han cambiado. Siguen igual).

Con base en ese discurso”, dice el expositor, “se desató un proceso que terminó ocasionando que los nacientes departamentos comenzaran a ser despojados primero de las minas y posteriormente a ser víctimas de un devastador centralismo que todavía detenta la Nación”. Sigue diciendo que “Mientras otros estados soberanos y la Nación profundizaron sus conflictos políticos… el Estado Soberano de Antioquia, que entonces era una apartada región, construyó un esquema singular de desarrollo que, además, le permitió comenzar a relacionarse con el resto del mundo, siguiendo un curso diferente”. En el caso de Antioquia, sigue diciendo el panelista, “debido al éxito alcanzado con las explotaciones mineras, fue posible disponer de los recursos financieros para iniciar el proceso de industrialización a comienzos del siglo XX”.

(Esto que dice el Dr. Escobar es importante, agrego yo, porque en una época en que no existía la aviación cualquiera de los estados costeros del Atlántico o del Pacífico hubiera podido tener ventajas competitivas para la generación de desarrollo frente a este inhóspito enclave que se enfrentaba a las casi infranqueables barreras de sus indómitas montañas. No por nada el primer ferrocarril del país se construyó en Cúcuta para acercarla al puerto venezolano de Maracaibo, la primera fábrica textil estuvo en Boyacá, los primeros cultivos de café en el actual departamento de Norte de Santander; lo que me lleva a pensar que no basta con ser pioneros en algo sino que hay que tener un empuje constante en el tiempo para darle soporte a lo iniciado y una voluntad política y participación generalizada de la sociedad para apoyar cualquier empresa porque, de lo contrario, se muere).

El 21 de octubre de 1867 la Asamblea del Estado Soberano de Antioquia expidió el Código de Minas (CMA) contenido en la Ley 127 de 1867 en el que además de reconocer la propiedad de la Nación sobre las minas de esmeraldas y de sal gema”, según lo establecido por la Constitución Federal de 1858 para la Confederación de Estados Soberanos, asumió Antioquia “la propiedad de las minas de oro, plata, platino y cobre” que le permitía la Constitución; dejando a los particulares, según el artículo 1º (dice el Dr. Escobar que “con cierto desconocimiento”), todas las demás minas de cualquier clase que fueran. No se preveía en aquella época la importancia que posteriormente tendrían el carbón, la bauxita, el titanio, y los demás materiales extraídos de la tierra. “Podría excusarse el que el código no se hubiera referido a los hidrocarburos, puesto que estos sólo adquirieron un desarrollo excepcional, entre otros, con la línea de producción de automóviles creada por Henry Ford a partir de 1903; y los minerales radioactivos que únicamente fueron conocidos a partir del descubrimiento del elemento químico Radio (Ra) por los esposos Curie; ambos hechos ocurridos a comienzos del siglo XX”. Pero, de todos modos, dice el Dr. Escobar que “en el CMA existió una enorme claridad acerca de la autonomía de los titulares mineros sin la cual no se hubiera logrado una producción minera como la que se alcanzó. No obstante, para adelantar las explotaciones se establecieron obligaciones específicas con el fin de evitar perjuicios a las obras públicas, las poblaciones, las habitaciones de particulares y, especialmente, a las aguas” (art. 175).

Y dice el expositor que el código CMA fue un “antecedente y un aporte significativo al ordenamiento jurídico colombiano, si se tiene en cuenta que sólo a partir de la Conferencia de Estocolmo en 1972 la atención sobre los recursos renovables y el ambiente, así como la legislación respectiva, comenzaron a hacerse realidad”.

(Significa eso que nuestros legisladores antioqueños ya protegían, cien años antes de que aparecieran los conceptos de ecología y desarrollo sostenible, el impacto ambiental de la explotación minera; conceptos que ya tenemos muy claros pero la gente, como se dice, “se los sigue pasando por la galleta”, lo que me hizo estremecer en 1978 cuando vi las explotaciones de oro a orilla de carretera en el bajo Cauca que convirtieron las tierras arables en eriales y el río en un depósito de sedimentos).

En efecto la ley estatal 38 de 1877 dice en su artículo 5º que “no podrán explotarse aquellas minas cuyo laboreo ensucie las aguas utilizadas por las poblaciones, los establecimientos agrícolas, fabriles e industriales en general, ya sean públicos o de particulares… permitiendo la explotación siempre y cuando el titular minero provea previamente a tales poblaciones establecimientos de aguas suficientes, limpias, y potables…”, y comenta el Dr. Escobar que “En este sentido la adopción de normas ambientales en el CMA no fue el resultado de la casualidad, sino de una profunda convicción”.

(Si en 1877 nuestros legisladores ya tenían eso tan claro, ¿Por qué nuestras industrias siguen convirtiendo el río Medellín en una cloaca teñida a veces de verde, a veces de rojo, a veces de azul? Algo o mucho ha fallado con nuestras administraciones, con nuestro poder de castigo a los culpables, y con la conciencia de prevención de la sociedad a la que pertenecemos que sigue elevando los globos, causantes de incendios; que sigue quemando la pólvora que satura las camillas de urgencias en los hospitales; sigue lavando vehículos en las rejillas de aguas lluvias de los parqueaderos, que no están diseñadas para recoger restos de aceite y combustibles; y sigue vertiendo desechos por los lavaplatos).

Ese código tenía normas como las siguientes:

“Art. 183. La conducción de aguas… por un acueducto que no permita derrames… no se deje estancar el agua ni acumular basuras…

Art.- 208. Los dueños de minas no pueden nunca privar a los demás del agua necesaria para su familia, sus animales, y cualesquiera especie de máquinas que tenga… y el riego de sus sementeras… ni impedir el libre goce de las servidumbres de acueducto que estén establecidas sobre el territorio donde se encuentra la mina, a favor de una población o caserío, o un predio o máquina de un tercero…”.

(Como se ve, el código preveía conflictos intervecinales que se pudieran presentar y establecía normas para evitar esos conflictos)

En un país en el que en la actualidad una empresa es demandada y se paralizan inmediatamente sus operaciones llevándola a la quiebra, en el CMA “existía una elevada concepción… de la importancia que para el Estado tenían las minas y, ante todo, (de la necesidad de garantizar en caso de litigios) la continuidad de las operaciones… la explotación se mantenía a cargo de quien ya tuviere un establecimiento minero en operación y, en caso contrario, se designaba de inmediato un interventor… si bien se comprendía la existencia de conflictos entre los mineros, se anteponía el interés público o social”.

Dice el Dr. Escobar que sin lugar a dudas “Quizás la institución jurídica del CMA que adquirió mayor prestigio fue la Sociedad Ordinaria de Minas (SOM)… logrando que una persona jurídica o sociedad guardara un alto grado de adaptación a las actividades mineras… por cuanto dichas compañías constituyeron una alquimia prodigiosa con la que los ingenieros de minas y geólogos egresados de la Escuela de Minas se convirtieron en socios industriales al lado de propietarios mineros empíricos, de escasa capacidad económica y conocimientos técnicos… una alianza estratégica y de transferencia de tecnología… generando riqueza para ambos socios y para el Estado”.

(Hay aquí un componente asociativo de economía solidaria que beneficia a ambos con equidad, contrapuesto al canibalismo usual en otras empresas donde “el pez grande se come al chico”).

Se extiende el expositor en un articulado visionario que innovó con elementos como la participación accionaria por parte de múltiples inversionistas en una especie de sociedad anónima apalancadora de los gastos de explotación (“capital contingente”) a cambio de beneficios cuando la producción entrara de lleno, incluido un llamado Contrato de Avío que consistía en el suministro de insumos a crédito para cobro con el producido de la mina una vez entrada en explotación; única forma de sostener la alimentación y necesidades de los trabajadores empleados en labores de infraestructura previas a dicha explotación, lo que derivó también en préstamos, anticipos, y pactos financieros de tipo bancario orientados a financiar la explotación minera.

A continuación el Dr. Pablo Liemann Gerlach expuso eltema “Minería en Antioquia y su aporte en la construcción del país”; tema que inicia con el origen de la palabra Antioquia con la que se nombra nuestro departamento, acogiéndose a la tesis de que ese “era el nombre con el cual los indígenas llamaban a la región: Antocha o Antochia, el cual se derivaría de dos vocablos indígenas que significan montaña (an) y oro (ocha), es decir Montaña de oro”.

(Ignoro las fuentes consultadas por el Dr. Liemann para esta tesis, y si estas palabras corresponden a las lenguas que se hablaban en la región a la llegada de los españoles, como decir los emberaes y los caribes; puesto que los chibchas, los incas, los aztecas, los mayas, etc., estaban muy distantes del lugar como para influir en su nombramiento toponímico por parte de los indígenas. La mayoría de los historiadores se inclinan, con mayor verosimilitud, por la tesis de que el Mariscal Jorge Robledo quiso nombrar a la población de la Santa Fe de Antiochia por el nombre del patriarcado sirio de los orígenes del cristianismo donde ejerció su apostolado San Ignacio de Antiochia. Eran los españoles dados a dar nombres bíblicos y de santos a los lugares que descubrían).

Toponimia

La etimología de Antioquia es incierta. Se sabe que Jorge Robledo bautizó con dicho nombre a la ciudad que fundó en el valle de Ebéjico, y que tiempo después lo adquirió toda la provincia. Lo habitual era que los conquistadores y colonos ponían nombres españoles o dejaban los indígenas. Tampoco es cierto que Antioquia en lengua indígena signifique "montaña de oro", puesto que no hay ningún indicio de ello en lo que se ha estudiado con respecto a las lenguas de grupos indígenas establecidos en la región.9
En 1541 según el cronista Sardella, Jorge Robledo fundó la ciudad de Antiochia; en castellano primitivo la ch, como en otros idiomas, se pronuncia como q seguida de u. En 1542 Juan Cabrera la trasladó al valle del Tonusco y a partir de entonces se llamó Santa Fe de Antioquia. La ciudad adquirió gran importancia y se convirtió en el principal centro administrativo y económico de la provincia y el nombre de Antioquia pasó de la ciudad al resto del territorio.
Una hipótesis que se maneja con respecto al origen del término "Antioquia" señala que los conquistadores, siendo de principios religiosos muy arraigados, le dieron este nombre en recuerdo de la ciudad asiática llamada Antioquía, situada a orillas del Orontes, y que sirvió de cuna al cristianismo de los primeros tiempos.
Sin embargo se ha buscado otra interpretación en el latín, así: anti (contra); quies-quietis (quietud o reposo); es decir, un pueblo que está contra la quietud o el estancamiento.10
Ignacio de Antioquía (Ιγνάτιος Αντιοχείας) es uno de los Padres de la Iglesia y, más concretamente, uno de los Padres Apostólicos por su cercanía cronológica con el tiempo de los apóstoles.1 Es autor de siete cartas que redactó en el transcurso de unas pocas semanas, mientras era conducido desde Siria a Roma para ser ejecutado o, como él mismo escribió:
«...para ser trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo».
Ignacio de Antioquía, Ad Rom. 4, 1.
Su arresto y ejecución se produjeron a comienzos del siglo II. Aparte de eso, sólo se sabe que fue obispo de la ciudad de Antioquía de Siria. El conocimiento sobre Ignacio se centra, por tanto, en el final de su vida, pero ello basta para hacer de él uno de los Padres Apostólicos mejor conocidos. Ignacio es un mártir del cristianismo y uno de lossantos de la Iglesia Católica y de la Iglesia Ortodoxa, que celebran su festividad el 17 de octubre2 y el 20 de diciembre,3 respectivamente.

Considero este dato meramente anecdótico, y el mismo expositor se cura en salud toponímica al afirmar que “cierta o no esta historia, la expresión montaña de oro sí coincide con su origen geológico”; pasando luego a contarnos que “Antioquia está ubicada sobre el anillo o cinturón de fuego del Pacífico”, entrando a explicarnos mediante filminas cómo la colisión de las placas terrestres produjo hace millones de años unas presiones y unas temperaturas que son el origen del mineral de oro en determinadas franjas del territorio, de las cuales Antioquia tiene gran riqueza en comparación con otras regiones, y en la región andina “se conjuga un continuo magmatismo rico en metales, azufre, y otras substancias mineralizadoras”.

Habiendo, pues, mucho oro en la región que atraía el interés de los conquistadores, la minería aportó a la construcción del país y a la economía de los siglos XIX y XX un gran capital, al Código de Minas una orientación que fue replicada en el resto del país; a la infraestructura, industrialización, creación de empresas y desarrollo del sistema bancario una financiación; y a la educación y formación profesionales el aporte de la Escuela de Minas; “en un proceso que llevó a la región a ser precursora de la industrialización colombiana”. Desde finales del siglo XVIII, según el Dr. Gabriel Poveda Ramos, existía en Antioquia una economía importante, que se vio consolidada a partir de 1850 con la revolución conservadora y el gobierno del Dr. Pedro Justo Berrío; así haya “quienes consideran que sólo durante las dos últimas décadas del siglo XX se presentó el verdadero auge económico antioqueño”. Más adelante dice, citando a Meisel, que “en el período de 1872 a 1923 los bancos de Bogotá y Medellín fueron los más importantes en el país… en efecto entre 1872 y 1923 se crearon un total de treinta y tres bancos en la zona antioqueña, uno de ellos directamente por la mina El Zancudo”.

(Me deja pensativo la afirmación relacionada con las últimas dos décadas del siglo XX, pues fue en las primeras dos décadas de dicho siglo cuando se fundaron las principales empresas de la región como Coltejer, Fabricato, Postobón, Compañía Nacional de Chocolates, Compañía Colombiana de Tabacos, Cementos Argos, Cine Colombia, los bancos Comercial Antioqueño e Industrial Colombiano, etc.; coincidiendo las dos últimas décadas del siglo con el traslado de varias empresas a la capital del país y su venta a personas de fuera de la región, y con el auge del narcotráfico pabloescobariano cuyo exitoso desempeño al servicio del mal difícilmente alguien se atrevería a reclamar como paradigmático).

Cita el Dr. Liemann a Javier Mejía Cubillos, quien “realiza un análisis cuantitativo detallado del nivel de actividad económica de Antioquia para el siglo XIX y la primera parte del siglo XX, encontrando que en Antioquia ya a principios del siglo XIX se disfrutaba de ingresos per cápita superiores a los del promedio colombiano… siendo el período de auge económico datado entre 1905 y 1913 el más pronunciado”. Luego afirma el Dr. Liemann que “fueron los productos mineros los de mayor participación en el rubro de exportaciones colombianas igualando al café en la última década y siendo sin duda Antioquia, con su aporte de la mayor producción de productos minerales, la región más significativa para la economía del país en dicho lapso”. Luego agrega que “Ya en la década del 90 Argos es líder en la industria cementera colombiana, con más del 51% de participación en el mercado y convirtiéndose en el mayor transportador de carga terrestre del país”. No me queda claro el por qué de esta afirmación, aunque supongo que se refiere a que el cemento seco en bolsa que se transporta desde las plantas hasta todas las poblaciones del país, y el que se transporta en los carros especializados con mezcla de concreto, suma un tonelaje que permite hacer tal afirmación.

Al retomar Colombia un sistema centralista y desaparecer la federación de estados soberanos, por medio de la ley 38 de 1887 adoptó permanentemente, con carácter nacional, el CMA; código que rigió hasta el año de 1969”.

Habla el Dr. Liemann que en virtud de sus necesidades las empresas mineras tomaron la iniciativa de construir vías terciarias y caminos vecinales para desembotellar su producción y la entrada de insumos, y que “fueron de las primeras en instalar pequeñas centrales hidroeléctricas que fueron modelo para otras en el país”.

A continuación transcribe el expositor tres párrafos del Dr. Gabriel Poveda Ramos en los que se hace un recuento de la importancia de la minería para la economía antioqueña, y del aporte de la economía antioqueña a la economía del país; para luego adentrarse el Dr. Liemann en la mención del aporte de la Escuela de Minas a la educación de las clases dirigentes y afirma que “los egresados de la Escuela de Minas han contribuido en el país al desarrollo de las empresas más emblemáticas del territorio nacional, al impulso de la ingeniería de minas y petróleos, a los proyectos hidroeléctricos, viales, de ferrocarriles, y de infraestructura, ya la introducción de conceptos de administración modernos y de planeación; así como destacados emprendedores y políticos del más alto rango en el ámbito nacional”.

Vuelve y juega. Sobre este tema faltó mucho por decir. Hay que entender que las explotaciones mineras con técnicas y herramientas de última generación son costosas de implementar y de explotar, lo que hace necesaria la inversión extranjera porque el país no tiene los recursos financieros ni los conocimientos para hacerlas. Pero nuestra legislación ha sido débil y laxa, concediendo demasiadas prebendas y ventajas a los inversionistas al punto de que el negocio de la mina de carbón de El Cerrejón fue comparado por Germán Castro Caycedo con un negocio de sánduches de jamón con huevo en el que la multinacional extranjera es la gallina que pone los huevos, y el Estado como socio colombiano es el marrano que pone el jamón. Ahí es más lo que el país pierde que lo que gana. Está de por medio el impacto ambiental de las explotaciones mineras inadecuadamente previsto, mitigado, recompensado y reconstruido. Está lo de las regalías que se van del país con poca o ninguna retribución, y lo de la aplicación de esas regalías al pago de impuestos que es como prestarle plata a un inquilino y que él aplique el pago de los arrendamientos a la deuda. Está lo de las regalías malversadas y malinvertidas en los departamentos. Está lo de la inseguridad de los trabajadores en las explotaciones mineras, y está lo de los grupos guerrilleros de extrema derecha y extrema izquierda extorsionando, vacunando, boleteando, dañando oleoductos e instalaciones, secuestrando funcionarios. Está lo de los sindicatos voraces que quieren convertirse o se convierten en coadministradores irracionales entorpeciendo una gerencia razonable y casi siempre, por no decir siempre, en beneficio de los dirigentes sindicales y a espalda de los afiliados. Está lo de las malas administraciones, y está lo de las huelgas. Está lo de las multinacionales e inversionistas extranjeros que han venido apoderándose de las minas del país, muchas veces con el disfraz de conservar la misma razón social. Fácilmente una mina de carbón que se llame “La trocha” resulta ser propiedad de una sociedad denominada “Palomino y Vergara” convertida en sociedad anónima simple cuyos verdaderos dueños tras de bambalinas son Smith and Wesson de Ontario, Canadá. Está el caso de Paz de Río que en algún momento llegó a ser un negocio a pérdida y de pronto se convierte en exitoso en manos de los brasileños. Está el caso de Mineros Colombianos que es un negocio exitoso manejado por empresarios, pero que a cambio de la carga laboral negoció con los jubilados y trabajadores del Chocó la cesión de las minas de Andagoya para la administración por parte de estos. Ese negocio fracasó porque los políticos intervinieron en la nueva administración y cayeron a saco sobre los producidos. Fracasó porque la comunidad vecina impidió el paso de las dragas cobrando boleteo para dejarlas operar. Fracasó porque máquinas y tierras pueden ser transferidas pero la habilidad gerencial y los conocimientos no. En fin. Es este un tema que tiene mucha tela de donde cortar.

Octubre 29 de 2013

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5. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS





5. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- 

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS

 

PÁNEL 1 (EDUCACIÓN)

Hola, jóvenes:


El Dr. Alberto Martínez Boom fue el primer expositor con el tema “El camino que va del Colegio Seminario a la Universidad de Antioquia” y se refirió a la importancia de las celebraciones institucionales porque invitan a la reflexión. Hizo un recuento de las primeras formas de enseñanza en Antioquia pasando desde el hogar, en principio, a escuelas primarias como la que estableció don Pedro de Castro (1680) con acceso solamente para quienes pudieran pagar los costos de sostenimiento del maestro, o sea los más pudientes. Se pasó luego a las cuatro escuelas pías que hubo en Santa Fe de Antioquia, Rionegro, Medellín, y Marinilla (1760). Habló del colegio nacido de la iniciativa del Obispo de Popayán, Juan Gómez de Frías en Santa Fe de Antioquia y del de los jesuitas hasta que fueron expulsados en 1767. Habló de los pudientes que podían mandar a sus hijos a graduarse en los colegios de El Rosario y San Bartolomé en Bogotá, quienes “a la vuelta de la capital del virreinato con la borla del doctorado, esos jóvenes afortunados eran astros que brillaban en el oscuro firmamento de la ignorancia”, al decir del Dr. Mariano Ospina Rodríguez. Y sigue el Dr. Martínez hablando de la evolución en la educación pública hasta facilitar su cercanía en el territorio y su acceso a clases cada vez más populares y menos elitistas que hay al finalizar el siglo XX. Menciona el proyecto de los padres franciscanos, que llegaron con Fray Rafael de la Serna en 1803, y en el mismo año abrieron la escuela de primeras letras y comenzaron la construcción de los edificios del convento y el colegio presentando en 1808 “un plan de estudios que habría convertido el colegio en estudios generales donde pudieran enseñarse teología, cánones y leyes, filosofía, y los cursos básicos de gramática y retórica… pero nunca fue aprobado y tropezó con la oposición de figuras como el prócer Camilo Torres, asesor de la Audiencia Real, por encontrar los planes de estudio defectuosos por su carácter escolástico y su espíritu de partido”. Dice el Dr. Martínez que “los discursos que claman por la naturaleza de la universidad, su esencia única, su tradición milenaria, su fundamento universal, su espíritu invariable, su misión irrenunciable; o cualquier otro operador racional, estratégico, o metafísico, omiten las dificultades de los actos humanos… estamos acostumbrados a pensar la totalidad cuando la novedad de los problemas se caracteriza por su contingencia… acostumbrados a hacer análisis desde visiones que unifican, cuando las relaciones cotidianas son mucho más singulares y múltiples”. Y agrega el Dr. Martínez algo importante: “En una caracterización arriesgada de la universidad colombiana que hice recientemente, ubiqué a la Universidad de Antioquia entre aquellas universidades de cierta tradición que se pueden identificar como productivas en materia de investigación, con publicaciones reconocidas y revistas indexadas internacionalmente… que ofrece una profesionalización de alta calidad y en red con otras universidades del mundo, lo que las hace aparecer en los rankings internacionales”.

El segundo panelista fue el Dr. Juan Carlos Zapata Correa, rector de la Normal Superior de Medellín (antes Escuela Normal de Institutores) con su tema “Cómo aportar desde la formación de maestros al desarrollo del país”, quien se remite al año de 1870 cuando fue fundada la Normal con la llegada de formadores de maestros prusianos como Amadeo Weiss, Christian Siegart, y Gustavo Bothe; y habló de las escuelas o corrientes pedagógicas de Heinrich Pestalozzi, Jeremy Bentham y María Montessori, y de los manuales de Wilson y Calkins que en distintos momentos se aplicaron en el país; y de la llegada del modelo de “Escuela nueva”, que revolucionó la enseñanza escolar en el país; y de los aportes de los normalistas con sus trabajos de grado sobre temáticas enfocadas al mejoramiento de la calidad de vida desde los hogares y entornos extraescolares hasta que llegó “la crisis de finales del siglo XX como resultado, entre otros factores, del narcotráfico, la pérdida de valores, la necesidad de los gobiernos por mostrar crecimiento en los índices de escolarización pero con poca inversión… un bajo nivel de formación del ciudadano… tales situaciones llegan en el momento en que la escuela se encuentra sumergida solo en la instrucción (y no en la educación integral)”. Concluye el expositor con su visión ideal de lo que debe ser la formación de los nuevos maestros adaptados a la problemática del siglo XXI con problemas que tienen que ver con el consumismo en todos los órdenes: alimentario, social, etc.

El problema es más complejo, a mi modo de ver, y creo que en las distintas etapas de la educación en Antioquia se pasó de las técnicas de “la letra con sangre entra” en las que el maestro era un castigador y torturador férreo y militar de aquellos que la constitución actual y las leyes prohíben en la actualidad; a las técnicas basadas más en la memorización que en el análisis reflexivo, que se entendió como una metodología también equivocada; hasta la actual laxitud y relajación en los niveles de exigencia curricular en que prima más la cantidad que la calidad y los muchachos pasan de un nivel a otro sin una suficiente preparación y con una calidad educativa mediocre. Los mismos maestros no tienen un nivel de excelencia satisfactorio, y los sindicatos y asociaciones de maestros han alcahueteado los bajos niveles no permitiendo que a los maestros se les mida también con pruebas de suficiencia tipo Icfes que permitan detectar si tienen los conocimientos adecuados para enseñar en el nivel que les corresponde. Esa negativa, ya es un mal comienzo que sólo hace prolongar en el tiempo innúmera cantidad de maestros que han llegado a ser calificados hasta de analfabetas en regiones apartadas y en departamentos como el Chocó que ha dado excelentes maestros que han venido a estudiar a Medellín pero aquí se han quedado y no han vuelto a su lugar de origen. Está la problemática de los maestros rurales y las presiones (hasta de vida o muerte) a que se ven sometidos en los lugares apartados por culpa de la guerrilla y de los grupos paramilitares. Está la problemática de los maestros de escuelas de barrios apartados de la ciudad, y a veces centrales, sometidos a amenazas contra su integridad y matoneos por parte de alumnos que a pesar de su corta edad ya hacen parte de bandas y son duchos en el manejo de armas sicariales. Nada de esto se habló, y es una realidad vivida por unos maestros que encuentran que tras largos años de estudio y sacrificio su profesión no tiene en la actualidad el reconocimiento público y la remuneración de un médico, un abogado, un ingeniero, y de ahí el afán y la necesidad de hacer transición hacia una licenciatura escolar que algo los proyecte en la escala social de valores. Sólo que en esa necesidad de obtener un título para avanzar hacia el siguiente peldaño en el escalafón, hay quien se hace a títulos a como dé lugar, pero sin que sus conocimientos correspondan con el cartón recibido, tal como lo dice Margarita M. Orozco Arbeláez en el artículo publicado por la revista Semana el 17 de octubre de 2013 titulado “Normalizar la mediocridad”, en el que hace referencia al afán por dar prioridad a la cantidad sobre la calidad de graduandos “profesionales cuyo cartón excede sus capacidades”. No habló de los profesionales de distintas disciplinas que no encontrando trabajo en lo que estudiaron se dedican a ser maestros pero sin tener la técnica pedagógica apropiada para transmitir conocimientos a sus alumnos. Son maestros que saben mucho, pero no saben enseñar.

En esta exposición, más que en cualquiera otra de las del día, me quedó la sensación de que fue más lo que no se dijo que lo que se dijo.

Octubre 28 de 2013

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4. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS




 4. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS

Programa del foro:

Hola, jóvenes:

A manera de índice, me referiré a la programación transcurrida durante el foro “Presencia de Antioquia en la construcción del país” en el auditorio del Centro de Convenciones Plaza Mayor de Medellín el día martes 22 de octubre de 2013 de 8 am. a 5 pm. Hay que entender que el paso del tiempo es implacable y se mide con cronómetro, y que en el ajustado tiempo de 15 minutos asignado a cada panelista no es posible profundizar en ningún tema, por lo que los títulos fueron apenas un abrebocas o enunciado que invita a estudiarlos más a fondo. El corto tiempo no permitía, a mi modo de ver, la formulación de preguntas pertinentes y su apropiada respuesta por parte de los panelistas, por lo que la curaduría de los moderadores sirvió de filtro para resumir en una o dos preguntas las inquietudes de los asistentes; así el tiempo empleado por algunos moderadores en su enunciado fuera casi tan largo como el necesario para dar respuesta en el horario establecido.

1.         Palabras del Dr. Sergio Fajardo Valderrama, gobernador de Antioquia, quien en consonancia con las imágenes que acompañaron el himno antioqueño que acababa de pasar por las pantallas habló de la diversidad de regiones y de culturas que pueblan el territorio departamental. Hay diferencia entre el montañero de ruana, sombrero, y carriel, de las paramunas montañas sonsoneñas o apenas frescas del suroeste antioqueño; y el chilapo costeño que habita la costa de Urabá o las tórridas regiones ribereñas del bajo río Cauca o del río Magdalena medio. Son seres culturalmente distintos.

2.         Palabras del Dr. Alberto Uribe Correa, rector de la U. de A. refiriéndose a los 210 años de fundada, y a su papel como forjadora de hombres capaces de enfrentar los retos dirigenciales no sólo de la tarea a nivel local sino en la conducción del país. Consciente de que en el transcurso del día los panelistas entrarían en detalles, hizo mención de que en la Universidad de Antioquia nació la primera escuela de ingeniería del país “Cuando Francisco José de Caldas fundó en sus claustros la Academia Militar de 1814”; e hizo mención de que “acá se estableció una de las primeras escuelas de Derecho de la época de la independencia” con la formación de “abogados que participaron en la vida nacional con contribuciones pioneras en el Derecho minero y comercial”. Mencionó la traída de profesores extranjeros y de la cercanía universitaria con la creación de la Escuela de Artes y Oficios y el acogimiento de la Escuela de Minas “hasta 1911 cuando se la llevó don Tulio Ospina” como antecesora de la actual Facultad de Ingeniería y Minas de la Universidad Nacional; al punto de que uno de sus ingenieros más connotados, el Dr. Alejandro López Restrepo, “se graduó en la Universidad de Antioquia en 1899”. Mencionó el liderazgo de sus científicos médicos en las áreas de la salubridad pública desde finales del siglo XIX, del transplante de órganos al finalizar el siglo XX, y de “su interacción con la tecnología en carreras como la Bioingeniería, entre otros desarrollos” al comenzar el siglo XXI. En el aspecto de la educación, hizo mención de que de la U. de A. salieron instituciones como la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad de Medellín, y la Universidad Autónoma Latinoamericana.

3.         Palabras del Dr. Nicanor Restrepo Santamaría, patriarca emérito del Grupo Empresarial Antioqueño y representante de las clases dirigentes pasadas y presentes del departamento. Se refirió a la historia del desarrollo agrícola y minero de los antioqueños, y su transición al comercio y a la forja de industrias. De cómo “el proyecto político de los intelectuales de la independencia de Antioquia se fundamentó en la cohesión del pueblo histórico, la cooperación entre parientes, la manumisión de los esclavos… soportado en la minería de oro y en el comercio, y señalaba como prioridades la apropiación del territorio, la instrucción pública, el valor del trabajo productivo y la preservación de la moralidad en las costumbres”. Mencionó el Dr. Nicanor que “Desde las primeras décadas del siglo XX, y a pesar de la reducción del peso relativo de la minería, el café y la industria hacia finales de ese siglo, debido al crecimiento del sector de servicios; en lo económico el departamento ha generado el 15% del producto interno bruto (PIB) colombiano”. Destacó que “Entre las iniciativas que han surgido desde Antioquia para construir políticas públicas sobresalen: el Código de Minas y las sociedades ordinarias de minas, las bases de la industrialización; la organización gremial con instituciones como la Federación de Cafeteros, la Asociación Nacional de Industriales, la Federación Nacional de Comerciantes; el desarrollo económico dentro del modelo proteccionista y luego la apertura internacional; el impulso de los recursos energéticos y de servicios públicos por medio de organizaciones como las Empresas Públicas de Medellín, Ecopetrol, Interconexión Eléctrica de Isa e Isagén, las Cajas de Compensación Familiar; las reformas de la seguridad social, y la política de expansión empresarial hacia el exterior”. Se me ocurre que hay más cosas no mencionadas por el Dr. Nicanor; como son el Icetex, que surgió de la tesis de grado propuesta por el Dr. Gabriel Betancur Mejía acogiendo una iniciativa del Dr. Alberto Bernal Nicholls; o la iniciativa de éste último de crear un bachillerato nocturno para beneficio de los trabajadores diurnos.

PÁNELES

4.         EDUCACIÓN 1

Dr. Alberto Martínez Boom, miembro fundador y activo del Grupo de Historia de las Prácticas Pedagógicas:
El camino que va del Colegio Seminario de los Padres Franciscanos a la Universidad de Antioquia.

Dr. Juan Carlos Zapata Correa, rector de la Normal Antioqueña de Varones:
Cómo aportar desde la formación de maestros al desarrollo del país.

En la etapa de preguntas el primer pánel contó con la moderación y planteamientos del Dr. Vladimir Zapata Villegas.

5.         MINERÍA 2

Dr. Hernando Escobar Isaza:
El aporte del Código de Minas del Estado Soberano de Antioquia a Colombia.

Dr. Gunther Pablo Liemann:
La minería en Antioquia y su aporte en la construcción del país.

En la etapa de preguntas el segundo pánel contó con la moderación y planteamientos del Dr. John William Branch Bedoya.

6.         DERECHO 3

Dr. Luis Ociel Castaño Zuluaga:
Aporte de la Facultad de Derecho a la cultura nacional político-jurídica.

Dra. Patricia González Sánchez:
Estudios de Derecho en la Universidad de Antioquia, 186 años de historia.

En la etapa de preguntas el tercer pánel contó con la moderación y planteamientos del Dr. David Orrego Fernández.

7.         INGENIERÍA 4

Dr. José María Bravo Betancur:
Aportes de la ingeniería antioqueña en el siglo XIX.

Dr. Luis Fernando Múnera López:
Aportes de la ingeniería antioqueña en los siglos XX y XXI.

En la etapa de preguntas el cuarto pánel contó con la moderación y planteamientos del Dr. Álvaro Gaviria Ortiz.

Por haber leído en los días previos los tomos II y III de los “Apuntes históricos sobre la ingeniería en Antioquia”, del Dr. Bravo; y por haber departido recientemente con el Dr. Luis Fernando sobre el tema de la electrificación; sé que fue mucho más lo que se les quedó por decir que lo que dijeron. Se queja el Dr. José María, por ejemplo, de que las obras en Antioquia no tienen envergadura ni proyección en el largo plazo porque “los antioqueños somos muy avaros a la hora de destinar recursos” (Qué pena contradecirlo, Dr. Bravo, pero avaros no somos. Lo que pasa es que la mitad de las asignaciones se la roban. ¿O se está refiriendo a quienes a todo se oponen con el cuento de que con esa plata se pueden hacer no sé cuántas escuelitas?).

La pregunta generalizada para el Dr. Múnera tuvo que ver con la inconveniencia práctica de la venta de Isagén en cuatro billones de pesos que es ya una decisión política tomada por el gobierno Santos, pero que él considera innecesaria si simplemente se establecen controles para que los cuatro billones de pesos que se están robando los corruptos no se los roben. (Dr. Luismú: “puede llorar”).

8.         MEDICINA 5

Dr. Tiberio Álvarez Echeverri:
La fotografía médica en Antioquia 1813-2013.

Dr. Jorge Humberto Márquez Valderrama:
Universidad y sociedad en la historia de la medicalización de la vida en Antioquia.

En la etapa de preguntas el quinto pánel contó con la moderación y planteamientos del Dr. Carlos Guillermo Gutiérrez Trujillo.

Por mi amistad con el Dr. Adolfo León González, que intervendrá en el siguiente pánel, conozco el trabajo titulado “Maletín de urgencias” con los audiovisuales 1 y 2 sobre la Historia de la Medicina en Antioquia. Aúnan estos médicos la práctica de la Medicina con la pasión por la Historia, y eso los hace coleccionistas y divulgadores de fotografías, documentos, información para dejar un registro sobre esa importante área del saber en el que la U. de A. ha desempeñado un papel de preponderancia.

9.         DIÁLOGO DE SABERES 6

Dr. Alberto Echeverri Sánchez:
Antioquia, continuidades y discontinuidades del ideal de lo práctico.

Dr. Antonio Romero Hernández:
La minería y la industrialización del país, una mirada desde Antioquia.

Dr. Julio González Zapata:
El discreto aporte del Derecho.

Dr. Asdrúbal Valencia Giraldo:
La ingeniería antioqueña y su presencia en Colombia.

Dr. Adolfo León González Rodríguez:
Facultad de Medicina en la Universidad de Antioquia, 142 años orientando el rumbo de la medicina en Antioquia y en Colombia.

En la etapa de preguntas el sexto pánel contó con la moderación y planteamientos del Dr. Eduardo Domínguez Gómez, con la limitación de que por la cantidad de panelistas solamente se les asignaron diez minutos a cada uno. Diez minutos, sobra decirlo, son insuficientes para tratar cualquier tema, cuando los sermones en la misa para explicar un pasaje del Evangelio suelen durar el doble de tiempo.

A mi modo de ver, fue constreñida en el tiempo, y limitada a su carácter de foro, una temática que daría para un seminario con intervención de dos panelistas en la mañana y dos en la tarde, con asignación de hora y media para cada panelista, y duración de tres días, con el último día dedicado a debates y planteamiento de inquietudes de los asistentes. Sin saberse si aún así quedara faltando ese tiempo que obliga a las universidades a crear la Cátedra Cervantina, la Cátedra García Marquiana, la Cátedra Mozartiana, y tantas otras que ameritan no ser tratadas a las volandas. El tema de la antioqueñidad, y de la presencia de Antioquia en el desarrollo del país, queda planteado pero no resuelto.

Octubre 26 de 2013

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3.“Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS



3. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS

Hola, jóvenes:


Hay una discusión histórica sobre si la fundación de Medellín fue en 1675, según las cédulas reales de doña Mariana de Austria; o se dio en 1616 con un resguardo indígena con curato incluido que estableció el visitador Herrera Campuzano. A los que se acogen a la fecha de 1675, poco les importarán los caseríos que la antecedieron; pero a los que sí les importa no han podido ponerse de acuerdo sobre si el caserío estuvo ubicado en el sector de la Aguacatala en la ruta de Envigado, o en el sector de El Guayabal en Belén de Otrabanda. Como para alquilar balcón. Desde que estaba en etapa de prepublicación mi libro “Buenos Aires, portón de Medellín”, me acogí a la tesis del Dr. Alberto Bernal Nicholls a favor de Otrabanda, con argumentaciones que por lo menos yo encuentro juiciosas, y que no son suyas sino que vienen de análisis de escritos que se remiten a don Marco Fidel Suárez, al Dr. Manuel Uribe Ángel, y el cronista de indias Juan Bautista Sardella; de donde se deduce que el primer lugar del Valle de Aburrá donde acamparon los conquistadores por más de quince días fue en la Vuelta de Guayabal al pie de la quebrada Santa Elena, y si de antecedentes se trata y no de cédulas reales, pues Medellín nació en ese lugar.

En el año 2001 se empezó a hablar del bicentenario de fundación de la Universidad de Antioquia, Alma Mater de la raza. Este es un decir, puesto que la denominada “raza antioqueña no es una raza” y la expresión se sirve de la metáfora para denominar a un conglomerado humano que nace y vive en un lugar y se nutre de una cultura común, que en nuestro caso es la de Antioquia. Tal podría decirse, entonces, de la raza llanera, o de la raza vallenata, o de la raza costeña. Una metáfora. Razas, como tales, solamente existen la raza blanca caucásica, la raza negra africana, y la raza amarilla asiática; con sus variaciones y mestizajes regados por el resto del mundo. No se ha probado la existencia de una raza marciana, con mujeres de un solo ojo, que es un invento cinematográfico mientras no se demuestre lo contrario. No hay, pues, tal “raza antioqueña”.

Cuando el equipo de fútbol Atlético Nacional celebró los 60 años de existencia en el año de 2008, aún vivía el locutor Guillermo Hinestroza Isaza y protestó vehemente por tal celebración. “Lo que están celebrando”, me dijo, “son los 60 años de constituida la sociedad en notaría, pero para ese momento el equipo llevaba ya muchos años de fundado”. Me contó, entonces, de los muchachos que se reunían a jugar fútbol en la Manga de don Pepe (o de los Puerta) frente a la Plaza de Flórez en el año de 1935. De su intención de conformar un equipo organizado para participar en un campeonato de fútbol, de sus discusiones para dar nombre al equipo hasta que se llegó al consenso de denominarlo “Atlético Unión”, de su evolución a “Atlético Indulana” para dar cabida al patrocinador y, en fin, de los pasos dados antes de convertirse en el equipo “Atlético Nacional” por notaría. “Ellos lo están celebrando ahora, pero yo lo celebré hace 13 años porque fui su fundador”.

Hace poco compartí con ustedes la tesis de Bernardo “Begow” González White de que la Universidad de Antioquia no debió celebrar su bicentenario en el año de 2003 sino en el año de 2022. Recoge él los argumentos de Alberto Aguirre Ceballos expuestos en el año 2001 en los periódicos El Colombiano y El Mundo de Medellín, apoyados en un derecho de petición contra la Gobernación de Antioquia presentado por el abogado Luis Javier Caicedo Pérez. Los directivos de la U. de A. siguieron con su propósito de celebrar en el 2003 y solicitaron al gobierno nacional una estampilla conmemorativa. El gobierno nacional pidió concepto a sus asesores de la Academia Colombiana de Historia, presidida por el historiador Santiago Díaz Piedrahíta, y ésta encomendó al académico Luis Horacio López Domínguez su estudio del que se derivó un concepto: “La fundación de la universidad, con el nombre de Colegio de Antioquia, fue decretada por el general Francisco de Paula Santander, vicepresidente de la República, en el año de 1822”. En consecuencia, la universidad celebró su bicentenario diecinueve años antes de la fecha indicada por la Academia y se quedó sin estampilla, sin saberse si tengan ánimos de volver a pedirla cuando lleguemos al año de 2022.

Los argumentos bicentenaristas de la primera fecha consideran antecesor del establecimiento al colegio de los padres franciscanos que funcionó en el mismo lugar, pero los argumentos en contrario consideran que esta ubicación geográfica y el uso del local para albergar dos establecimientos de educación “distintos” (y hasta un cuartel militar) es circunstancial y no tiene que ver lo uno con lo otro.

Queda abierta, pues, la discusión y durante el foro de celebración fue repartido un folleto escrito por la socióloga historiadora María Teresa Uribe de Hincapié, texto que hace parte del libro “Memoria de una efeméride” publicado por la universidad en el año de 2003. En él rebate, punto por punto, las argumentaciones de la Academia y aporta datos históricos documentados que no voy a repetir para no cansarlos pero que encuentro de validez, y tengo la esperanza de que tal texto sea colgado en la red y puesto a disposición de quien quiera consultarlo. Por el momento, habrá que ir a la Biblioteca de la U. de A. para buscar el libro citado o, en su defecto, el folleto que fue repartido durante el foro.


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2. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS



2. “Antioquia acrisolada, amalgama de razas”- ORLANDO RAMÍREZ-CASAS

 

Hola, jóvenes:


Los colombianos, en general; y los paisas, en particular; nos tenemos confianza para inventarnos discusiones bizantinas; y no voy a meterme con el cuento de si Gardel nació en Tolousse o en Tacuarembó, que no le quita ni le pone a la voz de Gardel pero nos mantiene entretenidos. Como dice el gobernador Fajardo que se metió en el cuento del lenguaje incluyente políticamente correcto e inicia sus discursos con un saludo “a los y a las asistentes”, hablemos hoy de… “el Alma, o la Alma Mater”.

Tengo entendido que en el buen decir del idioma español la palabra alma, que no tiene sexo sino género, se antecede del artículo masculino el para evitar la cacofonía hiatal de las aes seguidas. “La alma” suena muy cacofónico, y por eso los curas siempre han dicho que uno debe rezar por “el alma de Fulanito o el alma de Zutanita”, así en plural se diga “las almas”. El cambio de género en el artículo se debe a la cacofonía.  No dejan de desconcertarme los poetas y escritores que unos hablan de que vieron “el mar” y otros hablan de que se hicieron “a la mar”, sin que yo sepa en qué casos se usa el artículo masculino y en qué casos se usa el artículo femenino; ni deja de desconcertarme la concordancia vizcaína que habla de que “me cogió el tarde porque me tenía agobiado la calor”. Es para mí un misterio proceloso como mar embravecido el tal articulado de género en las cosas que no tienen sexo como los árboles (y las árbolas también, claro).

Ayer, pues, oí repetidamente referirse a la Universidad de Antioquia como “la Alma Mater de la raza” y no pude evitar acordarme de aquel juego infantil vocálico que canturreaba “arra can arra zagarra, arra can arra barral, rápada ruadan las carras cargadas da azácar al farracarral”. Ignoro el por qué, pero yo no le veo nada de malo a decir “El Alma Mater de la raza”, y sí me suena cacofónica “La Alma Mátar da la raza”.

Ahí les dejo esta discusión bizantina, con la esperanza de que dentro de 200 o 210 años ya la hayan dilucidado.

Octubre 24 de 2013